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Un marchante falsificador, un pintor poeta, Ofelia desenterrada

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Un marchante de arte falsificador, un pintor poeta, Ofelia desenterrada

Por Claribel Terré Morell

Obra: John Everett Millais  1852

“Howell está realmente muerto esta vez; ve a Christie’s y mira lo que aparece”, le escribe a una amiga la inglesa, Ellen Terry, la más destacada intérprete de Shakespeare, activista sufragista miembro del grupo ActressesFranchise League.

Habla del marchante y falsificador de arte, Charles Augustus Howell  (1840 – 1890), quien antes había fingido su muerte para obtener dinero con la venta de sus pertenencias.

Charles Augustus Howell, dibujado por Rossetti

Howell murió en circunstancias extrañas. Se dice que fue encontrado cerca de un bar de Chelsea con la garganta cortada y una moneda en la boca, un símbolo de su amor por el dinero obtenido a través de la difamación y el chantaje. Realmente murió en un hospital, víctima de una neumonía.

Si bien trabajó con importantes artistas como John Ruskin, de quien llegó a ser su secretario y su reputación como chantajista inspiró la historia de Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle,  La aventura de Charles Augustus Milverton, una buena parte de su fama tiene que ver con haber persuadido al pintor y poeta Dante Gabriel Rossetti, uno de los fundadores de la Hermandad Prerrafaelista, para que desenterrara la única copia de los poemas inéditos que enterró con su esposa, la también poeta y modelo, Elizabeth Siddal, eternizada como la Ofelia, de John Everett Millais, la pintura más conocida de la época prerrafaelita.

Realizada al óleo sobre un lienzo de 76 por 112 centímetros, la pintura retrata la muerte de Ofelia, un personaje de Hamlet de William Shakespeare, que descansa entre plantas y flores tan minuciosamente logradas que despertaron la admiración. Ofelia fue terminada en 1852 y expuesta en la Real Academia de Arte ese mismo año. Actualmente está en la Tate Gallery, en Londres.

Elizabeth, considerada la musa prerrafaelita por excelencia, posó en una bañera llena de agua. Durante una sesión, las lámparas de aceite responsables de mantener el agua caliente se apagaron, y enfermó gravemente. El propio Millais dijo: “ciertamente la pintura de un cuadro en tales circunstancias sería un mayor castigo para un asesino que la horca”.

Dante Gabriel Rossetti por George Frederic Watts

Después de casarse con Rossetti, Elizabeth siguió pintando y escribiendo poesía pero dejó de modelar para otros. Sí, lo siguió haciendo para su marido, ella es la que aparece en El sueño de Dante ante la muerte de su amada y Beata Beatrix, entre otras obras. Deprimida por la muerte de su hija al nacer y por las infidelidades de Rossetti, se suicidó con láudano el 11 de febrero de 1862.   

Elizabeth Siddal musa prerafaelita

Siete años después, Howell, convenció a Rossetti de que se estaba quedando ciego y no podía pintar como antes, que había que desenterrar los poemas y  publicarlos.

The Lady of Shalott, por Elizabeth Siddal, 1853

 En 1869, la tumba de Elizabeth Siddal fue abierta, Rossetti no asistió a la inhumación. Howell, el médico que acompañó y los sepultureros que rescataron las hojas escritas, contaron que el cuerpo de Elizabeth estaba incorrupto y que su hermoso cabello rojo había seguido creciendo hasta cubrir el ataúd.

Rossetti dijo que Jenny, el manuscrito que más deseaba recuperar, “tenía un enorme agujero de gusano en todas sus páginas”.  Todos los poemas fueron publicados al año siguiente (1870) bajo el título de Poemas. El hecho lo marcó de tal forma que dejó por escrito “No permitáis, bajo ningún concepto, que se me entierre en Highgate”. Su deseo fue cumplido. 

Una caricatura de Howell escuchando a escondidas, mientras Rosa Corder falsifica dibujos de Rossetti (de Rossetti y su círculo de Max Beerbohm )

Howell utilizó la pericia de su amante la pintora, dibujante y copista, Rosa Corder para hacer dibujos falsos que firmaba como Rossetti. Se dice que no fue al único pintor que ella falsificó aunque su propia obra era bien considerada.

POEMA
Dante Gabriel Rossetti

Al igual que las manos arduas, las nubes débiles huyen…
Aún siendo niño, de aquel dolor que damos…
Bajo el arco de la Vida, donde el amor y la muerte…
Belleza del alma
Canto de agonía
Con cálida aflicción, al fin se deshizo el largo beso…
De la niñez a la juventud; de la juventud a la ardua hombría…
Delgadas son las faldas que la noche dejó atrás…
Desde la muerte al amor
El alma de la belleza
El corazón de la noche
El joven Amor yace durmiendo…
El retrato
He aquí su retrato, tal como era…
Insomnia
La belleza del cuerpo
La doncella bienaventurada
La doncella bienaventurada se inclinó…
La noche del amor
Luz repentina
¡Maestro de las Cortes Suspirantes!…
Mediodía silencioso
Orgullo de juventud
Se cuenta de la primera mujer de Adán, Lilith…
Si conmover persigues con tu canto…
Sueño de amor
Sueño nupcial
Tus manos descansan abiertas sobre la hierba fresca…
Yo estuve aquí antes…

Un año y un día
Elizabeth Siddal.

Lentos días han pasado haciendo un año,

Lentas horas que hacen un día,

Desde que tomé a mi dulce primer amor

Y lo besé a la manera antigua;

Las hojas verdes acariciaron mis mejillas,

Querido Cristo, en este mes de mayo.

Reposo entre la erguida y húmeda hierba

Que se arquea encima de mi cabeza,

Cubriendo mi rostro perdido,

Cobijándome en ese lecho

Con ternura y amor,

Como la hierba sobre los muertos.

Oscuros espectros de un mal desconocido

Flotan sobre mi mente cansada;

Las informes visiones de mi vida

Pasan como un tren fantasmal;

Algunas corren por mis mejillas,

Penosas lágrimas que caen como rocío.

Una sombra descansa sobre la hierba

Y se posa a mis pies;

Un nuevo rostro aparece entre mis manos.

Querido Cristo, si pudiese llorar mi desdicha

Para que el silencio caiga sobre las hojas de estío

Mientras saludo a este nuevo rostro mío.

Sin embargo, no es sino la memoria

De algo que he visto

En un verano de ensueño,

Entre los verdes tallos pequeños:

El rostro de aquel dulce amor,

Que extraño y lejano parece.

El río siempre corre

Entre mis sábanas de césped,

Las voces de un millar de aves

Que cantan sobre mi cabeza,

Me traerán un triste sueño

Cuando este sueño triste haya muerto.

El silencio cae sobre mi corazón

y agita todo su dolor.

Estiro mis brazos en el pasto largo

Y vuelvo a dormir,

Vacía de todo amor, de vida,

Como una espiga vencida.