Como Nueva York, París, Madrid y Londres, también Buenos Aires es capital del teatro. ¿Por qué? Pues porque la oferta de expresiones teatrales en el resto del país no abundan, aunque existen y crecen en ciudades como Rosario, Córdoba y Mendoza, y a los argentinos nos gusta ser parte de ese ritual de sentarnos juntos, ajustados en nuestras butacas o sillas del circuito off, para asistir a una pieza en vivo en la que los actores respiran con el público al mismo ritmo, nos conmueven y nos sumergen en una atmósfera común.
El hombre es su anhelo de comunicar y comunicarse. Y el teatro es, entre las bellas artes, también comunicación.
Desde hace años hay agencias turísticas que organizan tours exclusivos para quienes deciden venir a Buenos Aires solo a ver teatro. Como también hay tours especializados para los amantes de la ópera y de los paisajes naturales, o los festivales literarios y musicales.
Pero el teatro es otra cosa.
Buenos Aires es una gran capital de teatro por su nivel de producción de obras, de proliferación de salas grandes, medianas y pequeñas, por la vocación –a veces locamente individual- de montar obras de un personaje por media hora para expresarse y conectar.
Los datos disponibles más o menos recientes relevan cerca de 200 teatros y casi 250 salas en Buenos Aires, entre los circuitos comercial, oficial e independiente.
Según cifras proporcionadas en relación con los consumos culturales por ciudades, si bien Buenos Aires no es primera capital de teatros, ocupa sí el podio entre las que más espacios teatrales dispone. La primera es Nueva York, con 420 teatros seguida de París, con 353. Y, a nivel latinoamericano, San Pablo es otra plaza teatral interesante, pero con apenas 116.
Sin duda, la existencia del Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA) confiere a la ciudad un impulso fuerte a la hora de contabilizar audiencias. A eso se suma el Centro Cultural San Martín, justo a la vuelta, cuya oferta teatral está atravesada por dos ejes: diversidad y experimentación.
Con sus seis teatros, el CTBA es además cabeza del FIBA (Festival Internacional de Teatro), que cada final de enero ocupa la ciudad con una diversidad de obras cautivantes.
Cabe la pregunta entonces: los tres circuitos, la diversidad de oferta y la excelencia de las propuestas ¿incrementan el volumen de espectadores? ¿O la misma audiencia se mueve entre el teatro comercial, el oficial y el circuito off?
El circuito comercial porteño tiene casi una treintena de teatros y alrededor de 35 salas. Obviamente por su capacidad convoca el mayor volumen de público. Pero también el circuito oficial movió en los últimos cuatro años (a cifras de 2019) más de un millón de espectadores. Hubo 130 espectáculos con más de 750 funciones agotadas.