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Pipi Universel: El mundo entero se ha tatuado

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Por Luz Marti

El cuerpo se convirtió en un lienzo. Hoy, en cualquier trabajo donde una piel lisa e impecable hubiera sido requisito de buena presencia, brillan las letras, las frases, las rosas o las calaveras tanto en los empleados de una escuela como de un hotel o un hospital.

Lo que en otro tiempo se asoció a lenguajes carcelarios o grupos marginales atravesó todas las barreras de la pertenencia para entenderse, en principio, como una forma de adornar el cuerpo, de conservar un recuerdo.

En época de performances y de arte efímero el tatuaje parece reclamar su lugar como una forma más de expresión dentro de las artes plásticas.

Pipi Universel es un artista y tatuador, representante de lo que podríamos llamar “tatuaje de autor”. @pipiuniversel

«Llevar tu historia a cuestas
te hace sentir menos solo»

«Llevar tu historia
a cuestas
te hace sentir
menos solo»

¿Hacerte un tatuaje es comprar arte?

Yo también vendo obra en formato NFT y para mí, un tatuaje o un NFT son básicamente lo mismo, pero en el tatuaje hay un agregado que viene de la mano de una idea extremadamente romántica a pesar de que estemos en el Siglo XXI.

Quien compra cualquier pieza de arte puede venderla, pero la obra seguirá viva. Quien elija un dibujo para tatuarse lo llevará puesto hasta su muerte (se lo puede sacar, pero pocos lo hacen) y, una vez muerto, la obra desaparecerá con él y no habrá más registro de ella. Eso que resulta tan único, tan propio y humano es, a la vez, completamente vez efímero y me resulta muy conmovedor. Son obras que tienen la misma “fecha de vencimiento” que sus dueños.

¿El tatuaje viste o acompaña?

Para algunos viste y para otros acompaña.  Llevar tu historia a cuestas te hace sentir menos solo. Te ayuda a saber quién sos. Ir tatuándote ciertas cosas es escribir tu propio diario en la piel.

¿Cómo se llega cubrir el cuerpo con tatuajes?

En mi caso empecé por un recuerdo, y luego otro, por querer llevar conmigo la imagen de nuestro perro, por reconocerme parte de una familia al estar lejos, trabajando en Irlanda. Después aparecen fechas, memorias buenas o malas que, por algo, vuelven todo el tiempo, cosas que nos han pasado y que, de alguna manera no logramos olvidar, o no queremos.

¿Cuándo empezaste?

Hace un par de años que volví a Buenos Aires, pero empecé a tatuar en Madrid. Después me mudé a Barcelona y con unos amigos pusimos nuestro estudio: NOU. Coincidíamos en el criterio de no repetir diseños sino de darle forma al concepto de tatuaje de autor, que valoriza cada dibujo y lo aleja un poco de lo netamente comercial.

Además, pensamos que el estilo de un artista se instala mostrando distintos y sucesivos diseños que lo definan y no repitiendo modelos idénticos.

¿Cómo se eligen los diseños?

Es clave y para eso existen muchas formas. Hay estilos tradicionales y mucha gente, por una cuestión de moda y sin conocer del tema elije lo más fácil, lo conocido (que es lo menos disruptivo).

También es habitual que pidan dibujos referidos a sus propias historias como los nombres de los hijos o los padres, o una frase o fecha que les traiga un recuerdo.

Donde existe una fuerte diferencia en estilos y temáticas es entre los diseños que se hacen los clientes y los de los tatuadores. Los segundos por lo general son mucho más jugados.

¿En tu caso cuales preferís hacer?

Soy diseñador gráfico, hago mis propias ilustraciones y no me engancho con modelos de otros. En eso no transo. Como artista siempre voy a querer tatuar mis propios diseños. Puedo hacer algún trabajo a pedido también (siempre y cuando sea con mi impronta). Cuando me contactan ya conocen mi propuesta porque con las redes es fácil enterarse del trabajo de cada tatuador y saber qué ofrece.

¿Tu estilo fue cambiando?

No mucho, pero me di cuenta de que no aspiro a la perfección, sino todo lo contrario. La huella humana es también el error y el defecto y creo que es válido en cualquier arte. Para mí, un trabajo perfecto, al final resulta lejano y sin carácter, adocenado: es como un poster impreso versus un original. Lo que no es fácil es encontrar quien se entregue a esas propuestas arriesgadas.

¿Repetís tus diseños varias veces?

No. Trato de que cada persona que viene tenga un diseño único, que no se repita en otros. Busco que cada trabajo tenga la entidad de cosa única, de respetar la elección del otro porque es alguien que está de acuerdo con mi estilo y con quien pactamos tácitamente que, mientras viva, va a ser la vidriera de mi trabajo.

¿Entonces cada uno puede armar su “colección” de tatuajes?

Nuestros diseños son parte de la colección de otro y uno es, también, su propia galería al tener tatuajes de distintos autores. A veces, por una cuestión de espacio los diseños quedan junto a otros que no tienen nada que ver en materia de tema o de estilo y, a pesar de eso, quedan bien. Los resultados de esas curadurías forzadas ofrecen nuevos significados y eso es bueno.

¿Qué no te gusta de tu actividad?

La única cosa que no me gusta es que para hacer arte tengas que hacer sufrir a alguien. Y justamente a ese alguien que quiere llevar una obra tuya. En eso, el tatuaje es una actividad rara. El tiempo del proceso transcurre de una manera impredecible. Todo se mezcla: silencio, charla, ruidos, sangre, risa, confesiones.

Una chica en Madrid lo resumió con un comentario que me gustó:
“¿Te das cuenta lo increíble que es esto?: Te estoy dejando la piel, literalmente. Pagándote con dinero, dolor, sangre y encima, alegría. ¡Qué fuerte!”