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Chat de mamis y papis. Una noche hot

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Por Esteban De Gori

Obra de René Magritte

Los chats de mamis y papis son gimnasios intelectuales de clases medias y altas.
En la parte superior del WhatsApp de mamis y papis podía observarse sin cesar “escribiendo”, “grabando audio”, mientras en la pantalla aparecían emojis. Caritas de sorpresa, fastidio, desconcierto, berenjenas fálicas y otras figuras de verduras para inyectar algo de humor y bajar la tensión. Para no derribar el único espacio que se pensaba como “no contaminable”. Uno que tenía como condición de reunión la presencia de niños y niñas en una institución escolar. En Argentina la política derriba cualquier Bastilla.

“Ya está me cansé de putear”. Lorena apoya con fuerza el celular en la mesa. “No tiene respiro el WhatsApp. ¿Viste lo que es eso?”. El sonido de las notificaciones se vuelve un continuo sonoro. Arde. El party está caliente (me acuerdo de una canción de Jake La Furia). Todo estalló cuando un Tribunal de la Ciudad de Buenos Aires contradijo un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) del Poder Ejecutivo que había suspendido las clases presenciales. Ahora debía restablecerse la presencialidad.

Los chats de papis y mamis se transformaron en centros de deliberaciones sin tiempo, se constituyen teatros políticos que oscilan entre la plasticidad y el radicalismo ferviente. Allí transcurre parte de la fibra óptica del orden político, del malestar y de variadas micromilitancias que intervienen en la ciudad. Es como una “marcha del millón” donde la mayoría chatea al mismo tiempo que delibera sobre un hecho político. Es una zona que debe observarse tanto como cualquier municipio de la provincia de Buenos Aires. Un territorio imaginario que debe considerarse para observar el tránsito lento y, a veces, vertiginoso de los humores sociales. Cada chat de mamis y papis es un mundo donde dialogan los diversos grupos sociales y donde se vocalizan diversos posicionamientos políticos. ¿Volvemos o no? ¿Protección o Irresponsabilidad? ¿Educación presencial o virtual? ¿Horacio o Alberto?

Los liderazgos suben y bajan. Los liquidan. Hasta en el último WhatsApp de nuestro país se mastica política.

Hay personas, que por los argumentos que envían, se preparan con ímpetu para la discusión. Buscan fundamentos en su cabeza o en la web. “Con esta info los cago. En este país sobran boludos”. Manuel comparte una serie de informaciones con el propósito de cerrar el debate a su favor. Ejercita los dedos sobre la pantalla táctil.

La gran novedad anatómica es que los “dedos” actuales han adquirido otra movilidad con los celulares inteligentes. Un “dedo” de los años 50 del siglo anterior no hubiese asumido la velocidad ni la significación social que adquieren hoy (Luc Boltanski escribió un hermoso libro en 1975 denominado “Los usos sociales del cuerpo”). Un día habrá artrosis por dispositivos táctiles y la kinesiología reinará. Nos ayudará a lubricar nuestros dedos para la última gran adicción: la tecnológica.

Al chat de mamis y papis lo potencia otra cuestión: los encuentros sociales se han reducido al mínimo. Alguna que otra palabra en la puerta de la escuela y con distancia. Es una ventaja propiciada por la pandemia. Ya no debemos someternos a esas reuniones donde, como me dijo un dramaturgo amigo, los hijos e hijas son presentados por los progenitores, en una suerte de competencia en el mercado de las habilidades, como prodigios y prodigias del siglo XXI. Amén de salvarnos de las catarsis al estilo “Alcohólicos Anónimos” de las películas norteamericanas.

En el WhatsApp no tenés que empezar escribiendo: soy Esteban, papá de Gino, agradezco a la escuela este espacio y aprovecho a comentarles mis angustias… …. Hoy es una gran ventaja hacer un mea culpa por chat porque te olvidaste, por ejemplo, de participar de una reunión Zoom. Ser padre o madre (o quien se encargue definitivamente de la niñez) otorga una suerte de patente de corso en el universo de los chats y las redes sociales. (Para algo sirvió tener hijos. Por fin!) No solo de solteros y solteras viven las redes.

“Aquí nadie coge pero discutimos a full” me explica mi prima quien días atrás había enviado sin querer a su chat de mamis y papis la foto de un chongo en poca ropa. Salió ilesa diciendo que era para distender. Estaba en varios chats y se equivocó. No era el grupo indicado. Una madre aplaudía al Presidente (el día del DNU) por tener eso que le sobraba al señor de la foto de mi prima. Aparecieron algunos aplausos y un padre sugirió que el tamaño no es tan importante. La foto quedó ahí y no tuvo que borrarla.

La tecnología no solo aporta novedades, también reordena vínculos. Al interior de los hogares de los distintos sectores sociales la tecnología, a veces, rearma insospechadamente equilibrios familiares, pone en suspenso algunos conflictos y nos retira por un tiempo de la escena del face to face. Restamos colaboración y palabras a una individualidad sometida y fatigada por la pandemia. A veces el otro no siempre falta, sino que sobra. “A mí me solucionó la arquitectura familiar”. Mi hermano sobrevivió a la primera ola con muchos hijos y ya es un veterano en organizar la tríada chico-tablet-tiempo.

Los mensajes caen a la 1 o 2 de la madrugada. “¿Mañana abre la escuela?” dispara una madre un par de horas más tarde del anuncio del Jefe de la  Ciudad de Buenos Aires. En su aparición comunicaba la apertura de las instituciones educativas y la vuelta a clases presenciales. Pero la escuela privada (de Gino) muda. Silenzio stampa. No envía nada. Cero. “¿Alguien tiene novedades?” 1.45 am. escribe un padre. Me imagino que está desvelado o que se levantó a mear y manda mensajitos sentado en el inodoro (ya no hay en los baños ni libros ni revistas ni productos donde puedas leer la procedencia y origen. Yo me divertía con eso). “No. Recién revisé mi correo y no tengo nada. Yo voy a llevar a Vicente a las 8.30. Tengo una audiencia. Alguien habrá” responde alguien como un rayo, fastidiado.

Un Decreto de Necesidad y Urgencia, un fallo de un Tribunal de la Ciudad de Buenos Aires, algún cacerolazo porteño que todavía resuena y la institución… en silencio. Una noche salvaje.

Siempre hay entendidos y entendidas. “Me acabo de comer una clase de derecho constitucional terrible, no quería tanto. Pregunté para saber qué iba a pasar” me escribió alguien por privado.

Un grupo de madres y padres (o mapadres, así me dijo la maestra de mi hijo) apoyan el DNU y otro al fallo del Tribunal porteño. Cada chat es un soviet y un día reclamarán poder. Un universo de Montescos y Capuletos del 4G y del wifi gratis se extiende por todo el territorio. Por sus dedos pasa gran parte del debate social y de la reafirmación o convulsión identitaria. “Mañana no sé qué hacer con los pibes. Son dos. Los dejo en la Casa Rosada”. “Dale papú fíjate, pedí licencia. Quédense en casa. Afuera es un bardo con el Covid” y con este mensaje José le comparte la normatividad que permite solicitar una licencia laboral. “Tengo que ir a laburar sí o sí. Qué ganas de joder que no avisan. ¿Son una escuela o una sucursal del DNU de Alberto?” envió Marcela con diez emojis de caritas de disgusto total. “Te pido un poco más de respeto. Yo pasé por el covid y no voy a permitir que lo relativicen. El DNU es para cuidarnos” dijo otra madre ofuscada. La discusión se puso áspera. Eso no alcanzó. Continuó con un envío de variados links sobre el coronavirus que mi negación “rústica” me obligó a borrar instantáneamente. “No importa. Te pido disculpas. Solo quiero que me digan si llevo o no a mi hijo. Ya sabemos que en la escuela no se contagian” señala otro papi. Pero todo se pudrió. Se fue al demonio. “Vieron la hora? La escuela queda en CABA o en Catamarca? Tal vez se relocalizó y no me avisaron. ¿Se enteraron las autoridades de lo que dijo Larreta? pregunta alguien. “Listo mamus papus! Relax. No más grieta que nos quedan 6 años por delante. Me voy a la cama.” Nadie lo saludó.

“Pienso en la masa madre, en los zoompleaños, en clases de gimnasia virtuales  del año pasado, en las 1000 pizzas que me comí, en las conferencias de Alberto, Kicillof y Larreta y en los 500 cakes que cociné con mi hija en la salita de los Barriletes y me viene el bajón. Chau”. Otra madre se despidió. 3 am.

7.45 am. La escuela comunica que abrirá sus puertas, pero no ese lunes como esperábamos, sino otro día (sí, otro día!). Presencialidad una vez a la semana. Los otros días las clases serán a través de Zoom. Su intención era esperar la resolución de la Corte Suprema quien debía decidir sobre el litigio abierto entre las dos disposiciones. El chat de mamis y papis colapsó de mensajes. No pude leer todos. “No me jodas! Lindo lunes. Te agradezco”. “Son solo 15 dias. No es tanto”. “Así estamos! Esto es DNUlandia!!”. “Banquemos a la Corte, se expedirá rápido”. “Nosotros no vamos a mandar a Felipe, seguimos virtual. Bye. Nos vemos!” “En your face Larreta”!.