La obra cuenta con un complejo proceso y, sobre todo, varias intencionalidades. Por un lado, mostrar el despliegue técnico que cada artista se propuso llevar a cabo en zonas poco comunes e inhóspitas para filmar en exteriores. Por otro, mostrar dos ediciones de imagen y sonido que, además, cuenta con musicalizaciones diferentes, lo que le confiere a cada pieza un carácter particular muy vinculado con el estilo personal. Por último, escenificar el diálogo utópico entre los personajes Natan (Thornton) y Yoshi (Staehli) que no se conocen y no logran encontrarse porque transitan por espacios distintos y lejanos, pero en apariencia tratan de establecer contacto en un mismo marco de tiempo. Esa no reunión frente a frente de los personajes termina siendo un encuentro en la pantalla que solo puede presenciar y completar el espectador.