A poco de andar lo entiendo. Los asistentes, perdón los hombres alumnos, gritan “queremos más, con esto no quemo”. Terminan el ejercicio y piden más. ¿Puedo hacer 150 repeticiones? Suplica un señor mayor que ya no estaría en edad de anunciar su estado de juventud. Con 50 no llego a la carrera de running. Mis piernas tiemblan, pienso que podía estar caminando en la cinta escuchando la editorial de Sietecase, sin tanto bombardeo de éxitos corporales. Tengo añoranza del gimnasio de Almagro, del sindicato de SUTHER devenido en cadena, donde los políticos leían el diario mientras caminaban en la cinta. Todo un arte, nunca lo logré.