La verdad es que al principio fue bastante shockeante porque, pese a que recuerdo perfectamente el texto, porque lo había trabajado mucho hasta que se publicó en 2016, no era consciente de la falta de pudor que tuve al contarme, contar a mi familia, contar las cosas que pienso. Me pregunté: ¿por qué hice esto? Me acuerdo de que lo hablé con la editora de Anagrama y le dije: Da igual, no lo publiquemos. Entonces ella me dijo: No seas tonta, esto te pasa porque hace mucho que no lo lees. Ese fue el primer impacto. Después intenté no tocar, o sea, intentamos, con Isabel Urriols, que es mi editora, no tocar lo principal, nada importante, porque mis impresiones son las de ese momento histórico y ahora cambiaron. Una cambia su manera de pensar y (el libro) es una fotografía de ese momento. Sí repasamos algunas cosas y yo incluí también ciertos recuerdos que tengo, sobre todo de la adolescencia, que me parecían lindos e importantes.