Este fue un año bajo asedio. Toda la vida social fue desestabilizada y rearmada. Se profundizaron procesos que ya se venían dando: trabajo virtual, compras on line, deliverys precarizados, clases virtuales, sexo virtual, violencia contra las mujeres, feminicidios, etc. Esto quedará. Se instala. Las escaleras del Shopping Abasto que congregaban tribus urbanas (y nos hacían ver anticuados) ahora fueron colonizadas por personas que entregan paquetes de Mercado Libre. Los cumpleaños se hacen en plazas sometiéndonos a una saludable intemperie (y a un sol imperdonable). Al gym saludable, le agregamos cumpleaños sanos y baratos. Semillas, masa madre, frutos secos, harina de algarroba. El pastito me jode un poco. No lo tramito. Pienso en el cumple de 8 de Gino y en mi mamá y en mi tía Adelina y nos las llevaría. Creo que tampoco se los pediría (además de todo me imagino perros rondando sobre la torta). Mi amiga Paula hizo su cumpleaños de 40 en una plaza. “Te felicito la onda que le pones. Tus amigas te deben adorar”, le dije. Yo me imaginaba unos 48 años como la fiesta del inicio de la película La Grande Belleza de Paolo Sorrentino. Con música de Raffaella Carra y Bob Sinclair (ya les había pasado esa canción y tráiler de la peli a Gaby y Pablo). El pastito y ver a mis amigos sentados sobre este no me emociona nada (tendría que decir “no me erotiza”). No soporto imaginarlo.