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El rumor crudo del arte

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Obra de Tatiana Brodatch

Convertida en narradora y cronista, la escritora argentina Mercedes Viola, que vive en Italia acaba de publicar el libro, “Racconti ad arte – 14 incursioni in studi d’artista”. Reúne relatos sobre la vida y el arte de diversos y diversas artistas de nuestra contemporaneidad. Un arte que “entra” en su libro y en sus relatos por la conmoción y energía creativa que sus obras provocan en ella.

Por Davide Speranza

Narrar el arte es como mirar con el microscopio un cuerpo vivo y observar células, protozoos, algas, bacterias. Naturalmente existen algunas reglas. Desde el francés Denis Diderot al italiano Roberto Longhi, pasando por Charles Baudelaire, Federico Zeri y Bernard Berenson, han sido fundados cánones con los cuales mirar, juzgar, reconstruir esos micromundos, corrientes artísticas, obras y recorridos de sus autores, entrelazando estética y técnica.

Un narrador y cronista, en cierta manera, usa un microscopio diferente, dibuja trayectorias lejanas de la mirada geométrica del juez, mezcla las dinámicas, lleva al campo de batalla la poesía cotidiana, la vida privada del autor, pone en escena la experiencia antes, durante y después del gesto creativo.

El narrador que cuenta la pintura y la escultura juega ‘seriamente’ con las pulsiones de la anarquía, dibuja arcos sinestéticos propios del cine o de la novela, encuentra la obra, sobre todo encuentra el creador de la misma.

Videomapping sobre las paredes de castillos flotantes, vulvas construidas sobre colinas de Sudamérica, orgías solitarias sobre las blancas extensiones de una cama, la fotografía de casas abandonas, el desolado erotismo del mármol y de la pluma. Son algunas de las narraciones que Mercedes Viola lleva consigo en su viaje homérico. Se traslada, succiona el néctar de la vida y con eso crea pétalos y aromas de los que parten raíces profundas.

Periodista, narradora, adoptada por Italia, viene de Paraná (Argentina). Milán es la base donde ha construido su familia, ironía del destino: sus abuelos eran originarios del Piemonte y de la Campania, el Sur y el Norte del País. Mercedes se ocupa de arte. Es una exploradora. Encuentra artistas, excava en sus historias con aire casi mayéutico, entra en sus existencias, escribe de sus obras inspirándose en las lecturas de Borges y de Cortázar.

Su libro (publicado por Capire Edizioni, 2021) se titula «Racconti ad arte – 14 incursioni in studi d’artista» con introducciones firmadas por la historiadora del arte Beatrice Buscaroli y el escritor italiano Davide Rondoni. Cuentos donde la periodista relata lo femenino y materno violado, los cimientos quebrados de la sociedad contemporánea, la antigua belleza del arte que hace de fuente benéfica para el alma y el corazón. No es casual que este libro llegue ahora, en plena pandemia, en el tiempo de las suspensiones y la rendición de cuentas.

«La idea del volumen nace de un episodio particular -explica Mercedes- cuando Roberto Coppolecchia llega a mi casa una tarde y me propone ir a ver el ensayo del Don Giovanni di Fornasetti donde él era Director artístico. Fui al teatro esa tardecita y descubrí un mundo nuevo, una mirada distinta del arte y escribí sobre eso. Dos años después me llama Davide Rondoni, que había leído algunos de estos relatos, y me propone escribir un libro. Encontraba artistas guiándome por la emoción que me producían. Me divierte que Beatrice Buscaroli defina mi selección como una ‘reunión excéntrica’. Miro el arte, la vida y las personas. Sin prejuicios. No hay un tiempo o un estilo que me atraiga más que otro. Una cosa me lleva a la siguiente, como un efecto cascada.»

Los protagonistas creativos del libro son Franz Cerami, Mahmoud Saleh Mohammadi, Velasco Vitali, Luca Pignatelli, Fornasetti, Carlo Dell’Acqua, Juliana Notari, Tatiana Brodatch, Elena Mutinelli, Daniela Alfarano, Ugo Riva, Federico Severino, Nicola Bertellotti, Zoé Ouvrier.

Piuma by Daniel Alfarano
Mitteleuropa by Nicola Bertellotti
Magica I by Franz Cerami
Tapa del libro
T Fondaco dei Tedeschi Venezia
Proteggi Davide by Elena Mutinelli
Diva by Juliana Notari
Grande Madre by Ugo Riva
Piccolo Minotauro ed Arianna by Federico Severino
Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

«Antes de dejar todo por amor en Argentina y venirme a Milán –indica Mercedes- estudiaba psicología y trabajaba en la estación de ómnibus en Córdoba. Me atraía el mundo de los sueños. El inconsciente, la fuerza de los símbolos. Herencia de la pasión por la narración. Una parte de mí cree en lo invisible, en las coincidencias, donde encuentro signos, guías. Pienso que las cosas no suceden porque sí, que hay siempre una energía que te indica dónde ir.»

Esa energía de poeta errante regula las palabras, galvaniza un hacer con frenesí, adaptándose al cambio perpetuo. A los 18 años se fue a vivir a Córdoba, llega a Italia a los 27. Aquí, acompañando un paseo escolar, en el colectivo encuentra una periodista. Los caminos se cruzan, inicia una sliding doors que la empuja a ocuparse de cuentos y life style. Para Mercedes Viola, «el arte siempre fue parte de mi vida. Vengo de una familia de inmigrantes alemanes e italianos en gran parte. Trabajan la tierra, los Musso de Piemonte y los Aielo de Nápoles. Mi abuela me enseñaba a declamar y en su familia todos eran músicos. Mi hermana era bailarina, mi madre pintaba. Cuando me preguntan desde cuándo me ocupo de arte, pienso que siempre estuve adentro de alguna manera».

Este libro parte desde el sur, desde Nápoles con ‘Mágica’ de Franz Cerami. «Estos lugares me dicen tantas cosas, como el Brasil de Juliana Notari. Son lugares donde no solo hay alegría, ricas comidas y sol. Hay también violencia, la agresividad de un deseo.» En esta violencia se revela la fuerza motriz de la narración de Mercedes.

Como en el capítulo dedicado a la brasileña Juliana Notari, autora de ‘Diva’. Una herida colorada de rojo sangre, que concibe carne, sueños, deseos, una vulva en el centro del mundo, entre las colinas de la Usina de Arte. «Cuando la encontré por skype, por la inauguración, me dijo que estaba viviendo un momento caótico. La contactaban de todo el mundo para tener información sobre su obra provocatoria. La nuestra es una sociedad falocéntrica, me dijo, que se escandaliza por una vulva en una colina. Juliana transmite una energía increíble. Me conquistó su fuerza. Puso la mirada sobre una zona devastada desde muchos puntos de vista. Representa una vulva, pero es también la herida de todas las cosas no resueltas, de todos los abusos sufridos en Brasil. Como la fuerza que encontré en Tatiana Brodatch con su ‘Love is a verb’. El erotismo, el amor, el miedo. Sobre una cama yacen decenas de pequeños hombres y mujeres de plastilina, teniendo sexo, hablando, abrazándose, mientras ella está sola sobre la almohada. En Tatiana entendí la frontera donde los sueños y los miedos tratan de joderse mutuamente. Esa es nuestra lucha. Yo también teniendo miedos. Como todos […] Pienso que el erotismo no tenga que ver solo con el acto sexual. El gesto artístico es erotismo. Eros es la fuerza que da vida a las cosas.»

Otra mujer, en el capítulo sobre Elena Mutinelli. ‘Proteggi Davide’ es la obra presente en el libro. «El eros se hace escultura, mármol, sólido. Estaba en Argentina cuando mirando Instagram me apareció esa imagen. Contacté enseguida a la artista y una vez en Milán fui a su estudio. Elena colaboró con la Veneranda Fabbrica del Duomo y trabajó con grandes maestros en Pietrasanta para aprender la manualidad. En esta obra vi el lado materno, los nacimientos perdidos y esta mano anciana que lo contiene, podés llamarlo dios o destino.»

Una liviandad impregna los versos, como para Daniela Alfarano, sus plumas blancas y cándidas excavadas en lo negro, y sus espinas coleccionadas en casa como objetos misteriosos a recordar fracturas y roturas de carne. El lado materno místico vuelve en las historias dedicadas a Ugo Riva, en especial a ‘Grande Mater’.

Mercedes Viola escribe: «El artista presta el alma y las manos al misterio, a una melodía que toma forma y se eleva potente en la firmeza de sus maternidades.» Un busto sin cabeza ni manos, sobre las piernas reposa el niño intimidado por lo real y asimismo acogido en la matriz sólida y ‘nutrimiento’ para siempre.

Para entender la potencia de la escritura de Mercedes es necesario sumergirse en uno de sus capítulos, ‘Minotauro y Arianna’, donde habla de un artista de Brescia: «En Brescia en un castillo sin castillo vive el escultor Federico Severino, un hombre sin tiempo que de años en su larga barba blanca podría tener treinta y seis, ciento siete o miles de cientos […] Sigo caminando, casi no hay luz y me guío siguiendo el muro con la mano, la música crece y encuentro este monstruo que no me da miedo, me llama. Tiene cabeza de toro, dos grandes cuernos y la mirada más amorosa que haya visto, tiene pecho humano, fuerte, amplio y con pelos, manos enormes y ancianas. Me llama y me acerco y en mi pecho explota un latido. Él es el único aquí que no mira asustado, ni hacia otro lado o alucinado. Mira derecho hacia mí que lloro sin hacer ruido esa tristeza sin amargura que es la felicidad a veces.»

Lo sublime del silencio emerge entre las páginas dedicadas a Nicola Bertellotti, fotógrafo italiano a la búsqueda de lugares abandonados y decadentes. «Solo la belleza nunca es ridícula, nunca absurda, solo la música de la música y la música de las palabras y la música de los colores, de los dibujos de los niños y de los pintores y las escaleras viejas que parecen cintas en los edificios abandonados…» se lee en el capítulo dedicado a él. Las casas fotografiadas por Bertellotti se caen a pedazos. El fotógrafo de Pietrasanta las conserva en sus disparos, las libera para siempre a través de la fotografía. «Un arqueólogo mago, él busca ser testigo de otro tiempo que aún tiene algo para decir.» dice Mercedes.

El último capítulo está dedicado a Venecia, ciudad de agua que divide Oriente y Occidente. «Un homenaje -admite la escritora-, allí está la historia del Fondaco dei Tedeschi. Ese cuento es en realidad una crónica. Un lugar que me encantó, su historia, los mercantes. Venecia es sueño, la gente se mueve por agua y el agua es ingobernable. Pero la observación es la clave de todo. Así la vida te sorprende siempre si mirás, y estás despierto.»

Mercedes Viola nace en Paraná en1977. Estudia Psicología en la Universidad Nacional de Córdoba y en el 2005 se traslada a Milán donde actualmente vive y trabaja. Luego de diversas colaboraciones en el ámbito de la escritura, en el 2015 inicia su colaboración con la Revista Panorama, donde publica relatos y entrevistas, dedicándose en fin al encuentro con el arte y los artistas. En los años 2018 y 2019 escribe su columna dominical Argentana para el Diario UNO donde publica cuentos ilustrados por la artista Tatiana Brodatch. Actualmente colabora con Panamá Revista de Argentina y cura en Italia la columna Arte racconto en la revista literaria y cultural Satisfiction, donde publica entrevistas a artistas italianos e internacionales y relatos inspirados en obras. Es autora del libro «Racconti ad arte. 14 incursioni in studi d’artista» (Edizioni della Meridiana, 2021).

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