Los libros que el artista visual y arquitecto Jacques Bedel tiene a sus espaldas son reales. A diferencia de aquellos fondos virtuales que hoy proliferan, intentando conferir rigor intelectual a la reuniones (un producto exclusivo de la pandemia), los más de seis mil lomos que asoman desde la biblioteca de este pionero del arte conceptual son mucho más que un fondo. Respaldan, y han respaldado, más de 50 años de producción estética. Integrante del Centro de Arte y Comunicaciones que dirigió Jorge Glusberg en los 70, arquitecto a cargo de las refacciones del Centro Cultural Recoleta en los 80. Prolífico e incansable, Bedel es un explorador de las materias más disímiles: el espacio y el reflejo; el plástico y el paisaje; Shakespeare, Borges y la inclasificable naturaleza de los virus, circulan por sus obras. Todas las materias, en el fondo, se reducen a una sola: el infinito campo de las ideas.