Trepper expuso ante sus captores los principios de su organización: la compartimentación de los espías, la identificación con seudónimos, la descentralización de las operaciones; no llevar armas, no moverse en vehículos particulares, vivir en suburbios o barrios donde la vigilancia resultara fácil de detectar; no recibir correspondencia de volumen anormal, hacerse enviar tarjetas postales antes que cartas “porque no se desconfía de un hombre que recibe tarjetas postales”; organizar los contactos con los agentes los domingos y feriados, cuando la tarea policial se relaja; fijar las citas en lugares comunes y concurridos, como librerías, farmacias, estadios deportivos y parques.