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Me gusta la idea de que existan cada vez más tipos de amores

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Por Claribel Terré Morell.

Fotos: Eve Grynberg.

Una mujer que lo quiso mucho dijo de él que era un tesoro nacional.
Benjamin Biolay, el cantante, actor y productor francés parece sorprendido. Es alto, tiene un tipo de belleza extraña y una voz grave con cierto aire de tristeza. “Eres un sex symbol un poco sombrío”, le digo en broma y a él parece no importarle lo de sex symbol.
Elegante, distinguido, quizás no es tan melancólico como parece.

Imagen  tomada de la película “Bachelor Days are over

Nacido en Villefranche-sur-Saône, lo comparan con el gran Serge Gainsbourg pero es a Charles Trenet, “le fou chantant” a quien él siente más cercano y a quien homenajea en uno de sus mejores discos Trenet.
Biolay, es sin dudas uno de los continuadores más interesantes de la antigua chanson francesa, esa que llegaba a toda América en las voces desgarradas de Jacque Brel, Charles Aznavour, Edith Piaf, entre otros, invitándonos a ser feliz o a morir de y por amor.
De pequeño estudió violín, bajo, trombón y piano. Luego apareció la guitarra. Rose Kennedy fue su primer disco y fue diferente. Desde entonces Négatif (2003) con la colaboración de Keren Ann y Chiara Mastroianni, Home (2004) editado en Argentina por Paris-BUE, La Superbe, Trash Yéyé, Songbook, entre otros, hasta los llamados discos argentinos Volver y Palermo Hollywood hacen que Biolay se luzca cada vez más. Cuando canta, su voz calienta de diversas formas, ya sea si lo hace él solo o con otros. Tiene una distinción difícil de encontrar en alguien que interpreta sus propias canciones y que puede ir de un género a otro sin demasiados problemas. Lo mismo si se trata de su particular versión de la chanson francesa que puede ir entre el rock y la electrónica a una cumbia porteña redireccionada.
En los alrededores del viejo barrio de Chacarita, sobre la calle Santos Dumont 4040, se encuentra ubicado el bar de igual nombre, un lugar emblemático y popular de la imparable vida nocturna de Buenos Aires. Biolay recién lo conoció la noche anterior y ha querido volver en la mañana.
Llegó por primera vez a Argentina en el año 2004, y entonces no sabía que este país lo iba a signar de muchas maneras. Dice que aquí puede disfrutar de cierto anonimato que en Francia le está vedado casi por completo. Lo de pasar como un desconocido en tierras del sur no es verdad del todo. La presencia de Benjamin Biolay es ese secreto que se comparte entre amantes de la buena música.
Sentado en un sillón que vio mejores épocas, estira de vez en cuando sus piernas. Viste un traje negro que apenas se arruga y esconde el tatuaje del Ché Guevara que tiene en su cuerpo. Cada vez que asiente, un mechón de pelo cae sobre el lado derecho de su rostro. Fuma un cigarrillo tras otro y dice a propósito de la canción que hemos venido escuchando la fotógrafa Eve Grynberg y yo: “Me gusta la idea de que existan cada vez más tipos de amores. A menudo no logro contar todo lo que me propongo”.

Benjamin Biolay. Be Cult. Revista Be Cult.

¿Se puede vivir de la música?
Yo sí. Pero no siempre es fácil. Empecé como todos, armando bandas, haciendo audiciones que a veces salían bien y otras no. Sé lo que es el fracaso.
Aunque él no es amigo de fechas precisas, los críticos suelen situar el año 2000 como el año en que Biolay comenzó a ubicarse entre los músicos más eminentes de la “nouvelle chanson”. 
Músico, productor, compositor, actor….
No siento la obligación de definirme. Siempre estoy interesado en el cambio. En experimentar.
Se te reconoce como un buen compositor y cantante de tus propias canciones…
Trato, trato de hacerlo lo mejor posible. Una canción puede convertirse cada vez en algo distinto. Hay temas que son de siempre, el amor, el miedo, la soledad, la ausencia…. A veces es mi vida, otras es la tuya o la del hombre que camina ahora por la vereda…
Siempre digo que la típica «Chanson» francesa no le gusta a nadie y casi siempre alguien pone la misma cara que tú has puesto ahora. Pero lo creo realmente, quizás por eso me gusta incursionar en otros géneros. En mezclar sonidos, ritmos… .
¿Disco o en vivo?
Depende. Tocar, cantar en vivo, tiene una energía muy especial. Me gusta cuando lo hago en un lugar que no conozco. En los conciertos se mezclan muchas sensaciones y emociones.
¿También eres productor musical?
Lo de productor musical se fue dando, no sé si tan natural. Pero es algo que me gusta, con lo que me siento cómodo. Me gusta intervenir en lo que hacen otros. No me significa un problema. He tenido la suerte de trabajar con artistas muy talentosos y eso ayuda.
En la larga lista de los artistas con los que ha trabajado Biolay, de una u otra forma, se encuentra la leyenda de la música francesa, Henri Salvador, Vanessa Paradis, Françoise Hardy, Karen Ann, Coralie Clément (su hermana), Juliette Gréco, para quienes ha compuesto, producido o arreglado.
¿El cine en tu vida?
¿Me preguntas si es importante? Sí. Lo es. En el cine he hecho de mí mismo. Fue una experiencia interesante. Luego me ofrecieron otros papeles, algunos pequeños, otros protagónicos, más o menos dramáticos y fui aceptándolos. He trabajado en unas 16 películas. Me gusta pasar por muchas vidas a la vez.
Se necesita mucha gente para hacer una película. Usualmente trabajas con un guión, director, otros actores y cuando haces música es un momento más pequeño, íntimo. A veces hago la música para un film en el que actúo y es una experiencia también diferente.
Benjamin Biolay da el salto al cine en Pourquoi tu pleures?, también conocida como Bachelor Days are over, ópera prima de la cineasta Katia Lewkowicz. En ella interpreta a un hombre que está a punto de casarse. También hizo la banda sonora de la película.
Es en Stella donde tiene su primer papel importante en el cine y donde se luce con una interpretación fuerte y aclamada. Otras películas en las que interviene son Personal Shopper, La número uno, Un cuento francés, Marguerite Duras, Paris 1944 y On a Half Clear Morning, esta última del 2019.
¿Extrañas la vida del desconocido?
Todos tenemos cosas que lamentar. Son parte de la vida. Es un tema que tomo en muchas de mis canciones. Pero si se convierten en una obsesión, son una carga muy pesada.
Biolay no lo dice, pero asumo que tiene que ver con la atención que provoca su vida en la prensa del corazón. Estuvo casado con Chiara Mastroianni, la hija del gran Marcello y Catherine Deneuve, después que esta se separara del actor puertoriqueño, Benicio del Toro. Biolay y del Toro se parecen… mucho. Con Chiara tiene una hija. Su romance con Vanessa Paradis también dio que hablar y él, que parece muy tranquilo, se enfrentó a la prensa en los tribunales cuando diferentes medios publicaron que tendría un romance con Carla Bruni, en ese momento la esposa del presidente de Francia. De su vida amorosa en Argentina hay muchas historias, pero acá todavía predomina eso del artista talentoso sobre el objeto del deseo.
En una de sus últimas entrevistas Gainsbourg dijo: “Cuando uno lo tiene todo, no tiene nada. Lo tengo todo, entonces no tengo nada”
Puede que tenga razón, pero él es él y yo soy yo. No reniego de él, no me molesta que me pregunten si me considero su sucesor, pero no somos la misma persona.
¿Eres su sucesor?
No lo creo. Realmente no lo creo.
Hay un Biolay diferente, el que aparece en otro país fuera de Francia… 
No tengo ni idea de cómo me ve la gente. Quizás es verdad eso que dicen que soy el francés más argentino.

PARA ESCUCHAR:
https://www.youtube.com/watch?v=PhlPLDAJ_ao
Volver, Benjamin Biolay.

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