el poeta suizo Blaise Cendras,
cuyo nombre alude a cenizas, quería aceptar al mundo
entero, París, São Paulo y el ferrocarril Transiberiano,
compartir con Apollinaire y Chagall,
perseguir a Rilke en su fuga luego de una pelea en la
Closerie des Lilas pero también ser rata de biblioteca, inmerso en el conocimiento,
arrojado entre los polos, pienso yo y veo mi
vida, una lucha que también es de la parentela, de solo
ser o ser alguien, la huella románica devino
la huella novelesca, rastros de vida, al final se
fusionan mis mundos, tu dices fais-le, hazlo, y tu
papel se cumple en mí,
pones en la ruta a mi propia vida, no solo un sol,
sino también maestría y guía, atreverse a arder
es también
atreverse a ser ceniza.