Un recuerdo más reciente que Jitrik recupera con dulzura ocurrió durante una visita de Cortázar a nuestro país. Él vivía para ese entonces en Francia, donde transcurrieron sus últimos años. Luego de conversar largamente acerca de la vida, de la literatura y de cómo se entrelazan una y otra de modo inextricable, Jitrik reparó en la hora y se puso de pie bruscamente. Dentro de pocos minutos se cumpliría el horario de salida del jardín de infantes de su pequeña hija y debía ir a recogerla del mismo. Le pidió a Julio que lo acompañara y él accedió. En ese entonces ya era un escritor consagrado y la gente volteaba en la calle cuando lo reconocía. ¡Es Cortázar, el escritor! Lo que se encontraban era a un gigante de dos metros, con un abrigo que llegaba casi hasta el piso, caminando encorvado para tomar de la mano a una niña de cuatro años. Una imagen muy divertida que a Noé le saca una sonrisa recordar.