Mi propia historia la conozco demasiado bien para interesarme demasiado. Siempre se es el blanco o el negro ante el otro.
En Cuba se escribe una literatura con la aspiración de alcanzar el territorio nacional. Los “de afuera” escribimos, tratando de alcanzar una proyección latinoamericana y con suerte, universal. No nos queda otra.
Por Claribel Terré Morell
Marcial Gala, habla y escribe también en “cienfueguero”, la ciudad cubana que adoptó como suya, cuyos modismos a veces son diferentes a los que se usan en el resto de la isla, aunque también partan del español. Lo sé, porque yo también soy cienfueguera. Traducido a seis idiomas, el escritor cubano, Premio Ñ-Ciudad de Buenos Aires de novela, Premio Alejo Carpentier y Premio Nacional de la Crítica en Cuba que reside hoy en Argentina, tiene una obra sólida, reconocida internacionalmente, marcada por lo cubano.
El amor, la muerte, las guerras, la política, el sexo, la raza, las múltiples discriminaciones y las visiones de la vida en la sociedad cubana, tan divina para algunos y tan terrible para otros, pasan por cada uno de sus libros en personajes duros, débiles, mágicos, que intentan gozar la vida, aunque a veces no puedan. Y si bien, estos han sido hasta ahora los temas centrales en su narrativa, sus próximos libros entran en otros no menos duros. Sobre esto hablará, a título personal, en la Feria del Libro de Buenos Aires, que tiene a su ciudad de nacimiento, como ciudad invitada: La Habana. Gala no forma parte de la delegación oficial cubana. No le pregunté por qué, pero me lo imagino.
-Eres un excelente escritor. También eres del Caribe, cubano, negro e inmigrante. ¿Sientes que tienes un compromiso en tu literatura de reflejar lo que muchos creen que es tu mundo?
Supongo que no. Creo que cada cual escribe por diferentes motivos. El mío es porque me gusta. Además de reflejar mi mundo interior, mis obsesiones y mis maneras, no me da el tiempo para sentir esos compromisos. El máximo compromiso ya lo tenemos cubierto que es reflejar qué es ser una persona en este universo que no acabamos de comprender de que se trata. Todas nuestras convicciones y seguridades chocan con la realidad de no saber qué es la vida y la muerte y qué hacemos acá. Somos tan efímeros en un universo que parece infinito, sin serlo.
-¿Qué significa para ti ser cubano, además de un hecho incuestionable por haber nacido en la isla?
Ser cubano significa formar parte de una cultura hermosa pero a la vez de una nación llena de “si no hubiera sido por esto qué hubiéramos sido”. O sea que ser cubano es sobre todo una nostalgia y formar parte de todo un sistema de renuncias e imposibilidades. Casi estoy diciendo que ser cubano es una carga y en cierto sentido lo es. Pero también es recordar el mar, la música, la cadencia y la alegría de formar parte de una cultura que repito, es hermosa.
– Y ¿ser un hombre negro?
Ser un negro es haber nacido con las cartas marcadas para un grupo de gente que te ve como si llevaras las de perder, pero es mucho más complejo y muchas veces es una ventaja como todo, es también formar parte de uno de los tantos grupos humanos que existen y que viven reencontrándose y separándose porque siempre se es el blanco o el negro ante el otro, así que es complejo pero bueno ¿qué no lo es?
– ¿Siempre somos inmigrantes?
Sí y no. Tal vez por mi condición de negro, en un país racista como Cuba nunca me sentí completamente en mi lugar, de cierta manera siento que Buenos Aires por ahora es ese lugar, después si me queda tiempo de vida será otro, pero bueno siendo honesto extraño Cienfuegos aunque también a Baracoa y a otras muchas ciudades. Salta, por ejemplo, donde estuve muy poco tiempo pero me gustó y detrás de todas esas ciudades y casi a la altura de Cienfuegos extraño a la Habana donde nací, ciudad que mi madre también extraña así que es una extrañeza heredada, pero repito me gusta Buenos Aires y siento que también es mía porque nada es de nadie.
– ¿Cómo nacen tus libros? ¿Los situarías en la llamada “literatura del yo”, muy utilizada entre los escritores cubanos?
No, mis libros no tienen nada que ver al menos directamente conmigo mismo. Me gusta imaginar, evadirme, cuando escribo. Mi propia historia la conozco demasiado bien para interesarme demasiado. Claro a veces doto a uno que otro personaje de cuestiones que me compelen a mí, pero solo en los detalles, nunca en la esencia.
-¿Cuál es tu rutina de escritura?
Me levanto muy temprano, me hago un café y estoy escribiendo hasta que siento que me repito o que puedo hacerlo mejor mañana, nunca espero a sentirme agotado a no ser que el frenesí me lleve hasta el punto en que la mente se me cansa.
-¿Puedes elegir alguno de tus libros sobre otros? ¿Recomendar uno sobre otro?
Es difícil. De los que están publicados elijo La catedral de los negros y Llámenme Casandra y de los inéditos La máquina de ser feliz que es para mí lo mejor que he escrito hasta ahora. Disfruté mucho escribiendo Pulsión, Sentada en su verde limón y Rocanrol, esta última es una novela de armado complejo, casi como un juego de naipes. En La catedral de los negros y Llámenme Casandra, la estructura y la técnica los hicieron raros y a la vez muy coherentes y eso siempre alegra al escritor y más que tuvieron excelente respuesta crítica.
-¿Puedes adjetivar estos libros tuyos?:
Llámame Casandra. Intensos compromisos con la nada La Catedral de los Negros. El mal como vía de escape y de evasión. Sentada en su verde limón. Cienfuegos y la poesía y la muerte y la amistad y la vida de los otros Roncarol. Intento de entender qué nos pasó a los cubanos. Necrofilia. Cuentos fantásticos y absurdos.
-¿A cuántos idiomas has sido traducido?
Árabe, alemán, polaco, portugués, francés, italiano e inglés.
-¿Existe ya la novela de la Revolución cubana?
Sí, existe y es casi de lo único que escribimos los escritores de la isla. Creo que lo que ahora está empezando a existir, cada vez más, dejando al fin su etapa de incipiente, es la novela de la post revolución. La novela en la que el autor cubano se centra más en otros asuntos y olvida el omnipresente 1959. Es difícil pero creo que cada vez será más posible.
-¿A qué crees que se deba el poco conocimiento que hay hoy de la literatura cubana en el mundo?
Supongo a que aún seguimos aferrados a un proyecto fracasado y no nos queda más remedio que escribir sobre él. También a que en Cuba no hay editoriales con proyección internacional y las que hay están marcadas por los pocos recursos y las tiradas limitadas y por la incidencia política. El escritor cubano cuando sale fuera de la isla es un desconocido que a la edad que sea tiene que empezar de cero.
¿Ves diferencias entre la literatura cubana que se escribe fuera de Cuba y la que se hace en la isla?
Sí, los temas son distintos, la amplitud de mira, las perspectivas, los miedos son otros, claro. La lengua sobre todo está sometida a otras tensiones. En Cuba se escribe una literatura con la aspiración de alcanzar el territorio nacional. Los “de afuera” escribimos tratando de alcanzar una proyección latinoamericana y con suerte, universal. No nos queda otra.
-Hablando con otros escritores cubanos me dicen que les es difícil escribir sobre personajes oriundos de la isla fuera de ella y que la memoria emotiva de los años cubanos los definen. ¿Te pasa lo mismo?
No es un imposible, pero es difícil escapar en algún sentido a los temas vernáculos. Yo creo que después de La máquina de ser feliz, no escribiré otra novela cubana. Siento que ya está, ja, aunque claro decir que no lo haré es exagerar. Ahora me entusiasma escribir sobre esta otra realidad que vivimos tú y yo o sea lo argentino.
Pienso que mi próxima novela tendrá el título tal vez provisional de Lo argento, aunque tal vez la narre un cubano, tratará del vivir en Buenos Aires, ciudad tan compleja, tan marcada por el desarrollo y el subdesarrollo que puede decirse que es casi una ciudad frontera.
-La aparición de personajes como fantasmas en la literatura cubana, digamos que de guerra, es bastante habitual. Tú también lo hiciste y es uno de los personajes más fuertes de todas tus obras ¿por qué un fantasma?
No lo sé, es lo raro de escribir, como tú sabes bien. De pronto, también en un país como el nuestro tan marcado por religiones animistas, los fantasmas son presencia más viva que muchos vivos, aparte de las religiones. ¿No íbamos a echarle flores al mar y a los ríos y lagunas a un fantasma, Camilo Cienfuegos? ¿Y qué es la religión católica a la que pertenezco, sino una religión que adora a un fantasma infinito pero fantasma al fin? Entonces es más fácil responder por qué no un fantasma.
–Al poco tiempo de llegar a Argentina, ganaste el Premio Ñ-Ciudad de Buenos Aires de novela, que es uno de los galardones más importantes de este país. También has ganado el Premio Alejo Carpentier en 2012 y el Premio Nacional de la Crítica en Cuba por tu novela La Catedral de los Negros. ¿Qué importancia le das a los premios literarios?
Son lindos los premios, pero aleatorios e inesperados y dan alegría pero a la vez miedo porque dota al libro de una carga que hace que la gente se pregunte si es para tanto, pero innegablemente ayudan a los autores, siempre que no se los crean demasiado.
¿Qué escribes ahora? ¿Cómo influye Argentina en tu literatura? ¿La estás incorporando como escenario?
Estoy pensando en esa novela de que te hablé antes, Lo argento, que no será solo argentina si no también tiene como personajes a un cubano en Cuba y otro en Miami pero el centro de la novela se desarrollará acá en Buenos Aires. Debería llamarse Lo porteño, pero no me suena lindo, ja.
En Pulsión que debe salir pronto y en La máquina de ser feliz, está Argentina y sí, influye y mucho. Mi lenguaje acá se ha hecho internacional, he abandonado muchos coloquialismos habaneros y cienfuegueros que a la vez extraño y he aprendido a temerle a la palabra coger, tengo que esforzarme para escribirla, ja. Sin dudas he ganado mucho en la amplitud de vocabulario.
-¿Se puede enseñar a escribir?
Se puede enseñar técnica de escritura y selección de autores que te ayuden a encontrar tu mejor versión. Ahora tengo un taller online y otro presencial tratando de introducir acá el método de escritores cubanos como Onelio Jorge Cardoso, Heras León, Amir Valle y Sacha, que tanto ayudó a muchos escritores en Cuba.
-¿Qué final te hubiera gustado escribir que lo escribió otro?
El de La guerra del fin del mundo de Vargas Llosa.
-¿Te lees a ti mismo?
Pocas veces, solo en función de trabajo.
-¿Qué opinión tienes sobre las camarillas literarias?
Bueno, son complejas y pueden ser fastidiosas y darle un giro peculiar a la historia literaria de un país.
-¿Qué te parece el lenguaje inclusivo?
Interesante y supongo que necesario. Dio visibilidad a un montón de cosas, pero poco literario aún. Creo, aunque hay intentos interesantes como la novela de Ojeda, la escritora argentina muy talentosa, veremos si el tiempo avala la existencia de esta nueva manera de entenderse.
-¿Y la cancelación?
Horrible, creo que nunca está justificada. Un ejemplo es eso que hizo Twitter con Donald Trump, político que no es de mi agrado, pero que era el presidente de un país muy importante en el mundo, me pareció vergonzoso.
Es muy peligrosa la cancelación y nos lleva a un mundo muy parecido a lo peor del socialismo real donde si te equivocabas en una palabra o en una forma de vestir corrías el riesgo de perder el trabajo y hasta de ir a prisión.
FERIA DEL LIBRO DE BUENOS AIRES
-La Feria del Libro de Buenos Aires está dedicada a La Habana, pero apenas habrán escritores cubanos en el programa, aun cuando la feria ya es abierta. ¿Sabes por qué? ¿Se puede hablar de una ciudad sin sus escritores?
En Cuba ahora mismo hay muchos jóvenes presos por acciones que en muy pocos lugares son delitos. De cierta manera para mí fue una gran sorpresa que le dedicaran la feria a La Habana. Por otro lado, todo lo que pasa en la isla, es bastante misterioso y poco transparente. Nunca se sabe a ciencia cierta por qué ocurren o dejan de ocurrir cosas, así que estoy bastante perplejo. Puede que el año próximo la feria se dedique a Kuala Lumpur y entonces venga una nutrida delegación de ensayistas, narradores y poetas cubanos. No se sabe.
-Vas a estar en el tradicional diálogo de escritores. ¿puedes adelantar sobre qué tratará tu charla?
Sobre lo que perdimos y lo que ganamos al dejar atrás la patria, recordando aquello de “cuando salí de mi casa de nadie me despedí, solo de un perrito chino que venía tras de mí…” sobre qué es escribir sabiendo que tus conciudadanos apenas te podrán leer y sobre lo universal que es la literatura y como une a la gente y como viajan los libros que hacen que uno no sea de ninguna parte y de todas.