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¿Sabés cuando se jodió todo en el campo?

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Por Esteban De Gori

Obra de Pedro Medina

:- ¿Viste el WhatsApp?

:- Si. Veinte nuevos casos. Dos internados. Un muerto.

El covid llegó al campo. La autoprofecía de aquellos y aquellas que habían guardado su cuerpo y su saliva bajo siete llaves se realizó. “¿Viste?, iba a venir”.

La mancha se expandió desde las grandes ciudades hasta las pequeñas. Mientras las grandes urbes reducían la cantidad de contagios y muertes el coronavirus llegó como una bomba a municipios que habían levantado terraplenes, murallas, protocolos, promotores de salud, certificados y check points. A tanto exceso de norma y de regulación se le metió el virus. A tanto funcionario y sheriff social que había salido a imponer las normas de la cuarentena se le escapó ese universo individual de libertades públicas, soterradas y clandestinas. Se le escapó el liberalismo cultural.

La gente confinada comenzó a salir, a viajar, a saltarse los límites. Donde sea. Nunca rompió su vínculo con otras ciudades y menos con Buenos Aires.

¿De dónde vienen? Las respuestas ante el puesto sanitario instalado en la entrada de esos pueblos era la misma: el campo, la estación de servicio de la ruta o el nombre de un municipio casi libre de virus. Siempre se provenía de lugares “puros”. Tan “puros” que molestaba al oído.

Excusas y simulaciones repetidas en Daireaux, Bolivar, Henderson, Bonifacio, Laprida, Guaminí, Pigüé. Lo incomprobable es el mejor resguardo para la trasgresión y para dar cuenta de la débil creencia en la norma. A veces las instituciones se someten a escuchas que solo traerán la debilidad de su autoridad. Pero estaban fatigadas. Y ese tipo que te esperaba en el puesto de entrada y te ponía cara de malo en el mes de mayo, en noviembre ya era un señor cansado y lento que había envejecido veinte años. Sostener un muro no es fácil.

Un día los casos se multiplicaron. Y se activaron todas las alarmas. Las políticas, las personales y las discursivas. La gente se escondía. El gobierno provincial enviaba equipos sanitarios como la Guardia Nacional llega en las películas norteamericanas, los espacios de entrenamiento y diversión se clausuraban, en los negocios te hacían un escaneo visual. La inflación deportiva se deprimía.

La enfermedad y el rumor asumían velocidad inusitada. No hay como un virus en estos pueblos. En minutos se incendian vidas y biografías. 1000 grados centígrados de llamarada social. Cada rato en el whatsaap tenías un “parte de guerra”, una explicación de los acontecimientos y un grupo de infractores e infractoras. La ciberjusticia es tan veloz en estos pueblos como el flujo de capitales en el mundo. Un rumor te explicaba en detalle los contagios y como si fuese poco hablaba de responsables con gran seguridad. “Ese lo trajo”. Desde tu casa seguías el minuto a minuto de la enfermedad. Clinc caja, otro contagio. Daba más adrenalina la llegada del “parte médico ciudadano” que veinte minutos de sexo virtual ¿Sabés quién tiene?

Unos afirmaban que Germán se había contagiado de covid porque participó de la despedida pública de Maradona. Con tanto calor, cercanía y sudor era imposible que no se llevase en su cuerpo una partícula de saliva de algún enfermo. Germán fue el más maradoniano y el más enfermo de su pueblo. Claro, fue a buscar el virus.

En pueblos donde no conmemoraron públicamente a Maradona inventaron su propia cercanía con un enfermo. Una verdadera belleza la imaginación social.

Alejandra y Marina ya habían sido dadas por enfermas mientras el hisopado PCR que se habían realizado en el laboratorio indicaba que gozaban de buena salud. Paradójicamente un médico insistía con el contagio. Ya las habían condenado al plasma, al respirador y a un posible traslado a Olavarría o Buenos Aires. No hay mejor vértigo que el que juega al borde de la vida. Es una diversión más en pueblos que apuestan hasta en mesas virtuales de póker. El Jugador de Dostoievski es un niñato al lado de esta muchachada.

:- Hola Elena, vengo a teñirme

:- ¿Vos estuviste con Martín, el abogado?

:- No entiendo

:- Sabés que Martín tiene Covid y tengo una lista que me llegó por Whatsaap donde dice que el otro día cenaste con él

:- ¿Qué…? ¿Lista?

:- Metétela en el orto, pelotuda y la tintura también.

La multiplicación de los contagios exacerbó tensiones que se habían sostenido desde el inicio de la pandemia. Éstas giraron en torno al cuidado y a los vínculos.

La incertidumbre relocalizó a muchos y muchas en sus propias vidas. Biologizó tanto sus miradas que quedaron enganchados y enganchadas a su ciclo sanguíneo, orgánico y corporal. Fue una estrategia “orgánica” para pasar la tormenta. Atarse al palo, como Ulises (o al cuerpo). Se aferraron a ese ciclo y sus pulsos. La discusión, en todos lados, fue sobre las fronteras de la sociabilidad en momentos de crisis.  ¿Hasta dónde llegar con el otro o la otra? La grieta no solo era política de consumo de posiciones ideológicas sino de miradas de acercamiento y lejanía con respecto a otros y otras.

A toda enfermedad le siguen sus remedios. De todo tipo. La salvación posee miles de caminos. Es una tradición bíblica que pervive en Occidente. El campo argentino tiene su lectura de Dante Alighieri, de la redención del gaucho con José Hernández, de la lucha de Don Segundo Sombra contra el mundo burgués, como sus infiernos en siglo XX. El covid quedará como una marca de este nuevo siglo en cada ciudad del interior bonaerense. Un monumento imaginario. El año que estuvimos en un solo lugar. Una novedad inédita, impensable, que se metabolizó con todo el circuito de noticias y sucesos nacionales. Ahora a la espera del verano y de las vacunas.  Y de lo que vendrá: el vacío y los modos de “llenarlo”.

:- Me enteré que tenés covid

:- Si, una mierda. Estoy aislado desde el viernes.

:- ¿Todo bien?

:- Un poco de dolor de cuerpo

:- Te voy a dejar en la puerta una dosis de Ivermectina.

:- ¿Qué cosa?

:- Un remedio. Es lo mejor para cuando tenés covid

:- ¿Te la mandaron de Moscú?

:- No, boludo

:- Eso es un antiparasitario para las vacas. ¿Me jodés?

:- Si los rusos tuvieran buenas vacas usarían esto. Está probado! Funciona!

:- Nosotros somos hindúes, si funciona para la vaca funciona para este país.