Yo venía trabajando en una agencia literaria llamada Shavelson organizando eventos culturales y habíamos organizado un proyecto que duró dos años llamado Literar que tenía como objetivo fomentar la lectura de literatura nacional. De este proyecto formaban parte las editoriales más importantes de ese momento: Sudamericana, Planeta, Alfaguara, Norma y Adriana Hidalgo. Cuando Literar tuvo su propio Stand en la Feria del Libro se decidió convocar a otras editoriales para englobar a toda la literatura argentina. Una de estas editoriales convocadas fue Simurg, un sello de autoedición que publicaba cosas muy buenas. Ahí conocí a su editor Gastón Gallo, le envié el libro y le gustó. Sabía que la difusión de mi primera novela iba a ser muy difícil, no solo porque yo era una total desconocida en ese momento sino porque además era una época donde no se nos leía tanto a los autores nacionales. Sabía que no me quedaba otra que autopublicarme y la difusión que tuvo fue nula. La prensa todavía pasaba bastante por los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales no existían. Aunque por las vueltas de la vida intentando hacer mi propia prensa, la novela llegó a las manos de Enzo Maqueira, quien fue el que me propuso sacar mi segundo libro Cuentos con Historia de la mano de Ediciones Lea.