Me detuve por un momento y estudié a Auggie mientras una sonrisa maliciosa se extendía por su cara. No podría asegurarlo, pero en ese instante tenía una mirada tan misteriosa, tan llena de algún profundo regocijo, que de pronto se me ocurrió que había inventado todo. Estuve a punto de preguntarle si me había engañado, pero enseguida comprendí que nunca me lo diría. Yo le había creído y eso era lo único que importaba. Mientras haya una sola persona que se la crea, no hay historia que no sea cierta.