Me recibe coronado por su clásico gorro, su pelo y barba largos, en su rincón de lectura. El sol mancha la sierra de naranjas, amarillos y verdes. En la mesa, libros y cuadernos apilados. A juzgar por lo que se ve en su taller, pareciera que todavía pintase, pero Remo me sorprende diciéndome que ha decidido no hacerlo más.