No me gusta mucho el concepto infoxicación porque si uno hiciera la analogía con lo alimenticio, uno se da cuenta de que si alguien cae intoxicado por un alimento nadie piensa que todos los alimentos están en sospecha. En cambio, cuando se habla de infoxicación, sí pareciera que toda la información circulante es sospechosa, todo es potencialmente fake news, todo el mundo está consumiendo en exceso. Lo que nos dicen los estudios es que, por un lado, la información tóxica, hostil y desinformativa es una mínima parte del volumen total de lo que circula en las redes sociales. La mayor parte de lo que circula en las redes sociales ni siquiera es información: es contacto, es interacción, intercambio, con lo cual es muy difícil evaluar eso desde lo informativo. Pero, por otro lado, tampoco es que la mayoría de la gente está consumiendo toda la información disponible. Que tengamos ese gran supermercado que es Internet, lleno de cosas, no significa que todo el mundo está atiborrándose con eso o pasando infinidad de horas ahí. Incluso esos cálculos de la cantidad de horas que pasamos conectados no consideran que muchas de esas horas estamos haciendo trámites bancarios, inscribiendo a los chicos en el colegio o haciendo un examen para la facultad. Eso también cuenta como conexión a Internet. Con lo cual, lo que vemos es que mucho de ese tiempo que nosotros pasamos en las redes sociales son en cuestiones vinculares, no necesariamente informativas. Se piensa el concepto desde una tipificación en la que generalmente siempre se acusa al otro. Nadie hace esta evaluación de la desinformación o de la infoxicación pensando en sí mismo, nadie dice: “Bueno, soy yo el que tengo que cambiar”. Siempre proyectan en los demás. Como si fueran un grupo ilustrado que hasta el siglo pasado manejó la lógica de lo que se leía y lo que se pautaba y ahora estuviera inquieto porque lo que se lee y lo que se pauta en gran medida ya no depende de ellos. Entonces me parece, y acá vuelvo a citar a Alessandro Baricco en el libro de 2008, que estamos presenciando una casta que perdió sus privilegios y la aparición de una vanguardia. Obviamente eso genera inquietud, críticas y reacciones para volver al mundo feliz, tal como era cuando lo conocimos.