Y de pronto se percató oscuramente de la mecánica de la oración, de la oración como arma, del alma como arma para la obtención de determinados fines. Según lo vio, o intuyó, no sería tanto un funcionamiento por la fe como por la faena que realizara para caer gracioso al alma de las cosas, así pensó, caer gracioso, pues no tenía otra forma de pensarlo en su pedestre información metafísica, pero se refería en verdad a convocar la gracia divina; a procurarse mediante palabras y ritos el favor de los dioses. Se dijo que de ahora en adelante podría tener más éxito en la caza sí se daba a invocar, dijo llamar, al dios de las palomas, o al de los patos, o al de los guineos, en fin, al de la especie que procurase cazar, al mismo tiempo que invocaba al dios de los rifles y a su dios personal, con frases propiciatorias, endulzadoras y exaltadoras del poder de los respectivos dioses, así, en el caso de que fuese a cazar palomas podría decir, alado y luminoso dios de las palomas, tú que moras en los aires y posees montones de palomas, dame en tu bondad y grandeza unas cuantas para llevar a mi caldero, deja que me les pueda acercar bastante, que les apunte mejor, déjalas mansas en la mirilla de mi rifle; y le encendería una vela. Al dios de los rifles diría algo así como fulgente y feroz dios de los rifles, compañero del trueno, amigo de la muerte, acortador de las distancias, cumplidor de los destinos, perfumado en pólvora, haz que cada bala que dispare de en el blanco esperado, que la muerte sea rápida y sin dolor, que el silbido de la bala adormezca a la presa, que la presa este feliz de ser atravesada por tu divina bala; y le encendería una vela. A su dios personal podría decir cosas como ¡oh papa dios!, dios que vive en mi pecho, que me has dado la vida, y me darás la muerte, tú por quien vivo, tú por quien muero, grande entre los grandes, amado mío, no me desampares, deja que dispare bien, que apunte mejor, que el pulso no me tiemble, que la respiración sea pausada, dame la gloria de muchas presas, que mi puntería sea puntual, que cada animal que abata sea a la mayor gloria de tu presencia, mi dios, benevolente conmigo e implacable con mis enemigos, amen, amen, amen; y le encendería una vela.