Ud. cuestiona que Simone de Beauvoir fuera feminista en el momento en el que publicó El Segundo Sexo, ¿nos podría contar por qué?
Simone de Beauvoir se convirtió en feminista alrededor de la década de 1970, pero en el momento de El Segundo Sexo no lo era. Ese libro, que muchas personas han citado y que pocas han leído, afirma desde sus primeras páginas: «la disputa del feminismo ha terminado. No hablemos más al respecto». De las mil páginas de ese voluminoso libro, dedica solo veinte a la inmensa historia del feminismo desde el nacimiento de sus luchas, ocultando, por ejemplo, la magnífica figura de Virginia Woolf, en la que, sin embargo, tantas veces se ha inspirado. También muestra desprecio por el cuerpo femenino, muy sartreano, hasta el asco por sus capacidades sexuales y reproductivas, adhiriendo a la idea, también sartreana, de que «la mujer» pertenece a la Inmanencia, mientras que «El hombre», el varón, pertenece a la Trascendencia. Y que las mujeres solo se liberarán al convertirse en «hombres como los demás», mientras rechazan todo lo que hace a la especificidad de sus cuerpos.
¿Cuál fue su experiencia con los derechos de las mujeres en Medio Oriente?
Viví durante tres años en Medio Oriente (Líbano), entre 1973 y 1976. Durante este período de guerra vi oscilar todos los derechos adquiridos por las mujeres en el trabajo, salarios, educación, libertad religiosa, etc. Del mismo modo, en los otros países vecinos que visité: Siria, Jordania, Irak e Irán. Por supuesto, allí he experimentado la fragilidad de la condición femenina, que siempre es la primera en sufrir los efectos de las guerras, las dictaduras y el terrorismo. El Líbano parece estar despertando hoy. ¡Todos mis deseos para aquel querido país!
En su libro menciona el movimiento “Ni Una Menos”, ¿cuál es su mirada del feminismo en la Argentina?. ¿En qué considera que coincide y en qué difiere de las luchas en su país?
Seguí apasionadamente el devenir del movimiento feminista en Argentina: sus levantamientos, sus manifestaciones generosas y múltiples, sus protestas contra la violencia machista que llega hasta el asesinato de las mujeres en la familia o en las calles: “Ni Una Menos”, sus reclamos por el derecho de las mujeres sobre sus cuerpos, incluida la libertad para abortar. El movimiento se extiende hacia otros países de América Latina. En Francia, esas fuertes luchas entabladas a partir de 1968-70, tendieron a adormecerse, en el sentimiento de una joven generación satisfecha. Pero los nuevos movimientos, incluido “MeToo”, los reviven. Nuestras luchas son realmente comunes. En Francia y en toda Europa, las luchas feministas van acompañadas de un retorno a los reclamos de un laicismo total.
¿Le gustaría transmitir alguna reflexión para las mujeres argentinas?
No puedo más que alentar a las mujeres argentinas a continuar las luchas que han iniciado tan bien, a menudo reviviendo energías que tienden a cansarse. Las feministas en Francia y Europa (España en particular) a menudo han seguido con ardor sus valientes manifestaciones. Bravo, y buena suerte!
Estamos juntas, comprometidas.