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Séverine Auffret: Los derechos de las mujeres no siempre progresan en línea recta

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Por Silvina Quintans – abogada y periodista.

La escritora y filósofa francesa Séverine Auffret acaba de publicar en español su monumental Historia del feminismo (Ed. El Ateneo) donde indaga las raíces de las ideas feministas desde la Antigüedad hasta nuestros días.
Auffret es profesora de Filosofía en la Universidad Popular de Caen fundada por el reconocido filósofo Michel Onfray.  En esta entrevista se explaya, entre otros temas,  sobre la posición que deberían ocupar los hombres en el feminismo, su discrepancia con Simone de Beauvoir, los movimientos neo conservadores en distintas partes del mundo, la situación de las mujeres en Oriente y la influencia del Movimiento Ni Una Menos.

Séverine Auffret. Be Cult. Revista Be Cult. Los derechos de las mujeres, ¡no siempre progresan en línea recta!

La escritora francesa Séverine Auffret

En el libro Ud. realiza un interesante recorrido desde las ideas feministas hasta el feminismo como movimiento. ¿Cuáles son las principales etapas de ese viaje?
Las etapas del viaje de las ideas feministas al feminismo histórico son los cambios políticos que afectan a las sociedades, que cambian repentinamente de la monarquía a la república y a la democracia, como fue el caso de Francia a fines del siglo XVIII, pero también el de muchos otros países y regiones del mundo. Desde entonces las mujeres  salen a las calles y se unen para afirmar sus valores de Libertad, Igualdad y Educación, como lo hicieron Olympe de Gouges, Théroigne de Méricourt, Mary Wollstonecraft y tantas otras en Occidente y en numerosos países de Oriente como India, China, Japón, Cercano Oriente, etc. Agrego que estos cambios fueron también económicos: derechos legales al trabajo y los salarios, en una conquista difícil. Más tarde vendrán las reivindicaciones políticas: el derecho al voto y la elegibilidad. Y finalmente, a partir del neo-feminismo posterior al 68, los derechos al control del propio cuerpo, la sexualidad y la maternidad elegidas.

Séverine Auffret. Be Cult. Revista Be Cult. Los derechos de las mujeres, ¡no siempre progresan en línea recta!. Silvia Quintans

¿Cómo definiría el feminismo hoy? ¿Ha cambiado esta definición durante la evolución histórica de las ideas feministas?
Sigo fiel a mi definición inicial, ¡que aún está lejos de haberse cumplido! «Considerar a las mujeres como seres humanos completos, disponiendo libremente de su cuerpo y de su mente, participando de pleno derecho en todas las áreas de la cultura humana» (Artes, Ciencias, Política, Economías, Religiones, etc.). Esta definición no ha cambiado mucho en mi opinión, pero a veces el enfoque se desplaza a aspectos específicos e inmediatos como la paridad política, la igualdad salarial, la anticoncepción, el derecho al aborto y la lucha contra la violencia sexual.

¿Cuál es el papel de los hombres en este viaje? ¿Comparte la posición de quienes dicen que solo las mujeres pueden participar en la lucha feminista?
Muchos hombres participaron en este viaje, desde la Antigüedad más lejana. Desde el dramaturgo griego Eurípides hasta Víctor Hugo, pasando por Voltaire o Condorcet, John Stuart Mill y muchos otros. No comparto la posición de aquellas que excluyen a los hombres de este recorrido debido a un prejuicio esencialista que rechazo y que la realidad contradice.

Ud. habla en su libro de un recorrido con avances y retrocesos en los derechos de las mujeres. ¿Qué opina de la avanzada conservadora que hay en varios países del mundo (Estados Unidos, Brasil) frente a derechos que parecían conquistados?
Los derechos de las mujeres, en efecto, ¡no siempre progresan en línea recta!. A los avances se oponen retrocesos graves y preocupantes. Los peores son, evidentemente, las regresiones religiosas que hemos constatado en Medio Oriente: Irán, Irak, Siria, Afganistán, pero también Egipto, Magreb, etc. Ni India ni Japón ni China están exentos, ni partes importantes de Europa y América. Los conservadores de los EE. UU., Brasil y otras regiones vecinas se han empecinado en prohibir y destruir todas las conquistas feministas, comenzando con las de libertades sexuales y reproductivas ganadas con tanto esfuerzo. Los regímenes capitalistas y / o dictatoriales requieren pequeños soldados y pequeños esclavos y, por lo tanto, de la apropiación de los cuerpos de las mujeres.

Simone de Beauvoir. Séverine Auffret. Be Cult. Revista Be Cult. Los derechos de las mujeres, ¡no siempre progresan en línea recta!

Simone de Beauvoir

Ud. cuestiona que Simone de Beauvoir fuera feminista en el momento en el que publicó El Segundo Sexo, ¿nos podría contar por qué?
Simone de Beauvoir se convirtió en feminista alrededor de la década de 1970, pero en el momento de El Segundo Sexo no lo era. Ese libro, que muchas personas han citado y que pocas han leído, afirma desde sus primeras páginas: «la disputa del feminismo ha terminado. No hablemos más al respecto».  De las mil páginas de ese voluminoso libro, dedica solo veinte a la inmensa historia del feminismo desde el nacimiento de sus luchas, ocultando, por ejemplo, la magnífica figura de Virginia Woolf, en la que,  sin embargo, tantas veces se ha inspirado. También muestra desprecio por el cuerpo femenino, muy sartreano, hasta el asco por sus capacidades sexuales y reproductivas, adhiriendo a la idea, también sartreana, de que «la mujer» pertenece a la Inmanencia, mientras que «El hombre», el varón, pertenece a la Trascendencia. Y que las mujeres solo se liberarán al convertirse en «hombres como los demás», mientras rechazan todo lo que hace a la especificidad de sus cuerpos.

¿Cuál fue su experiencia con los derechos de las mujeres en Medio Oriente?
Viví durante tres años en Medio Oriente (Líbano), entre 1973 y 1976. Durante este período de guerra vi oscilar todos los derechos adquiridos por las mujeres en el trabajo, salarios, educación, libertad religiosa, etc. Del mismo modo, en los otros países vecinos que visité: Siria, Jordania, Irak e Irán. Por supuesto, allí he experimentado la fragilidad de la condición femenina, que siempre es la primera en sufrir los efectos de las guerras, las dictaduras y el terrorismo. El Líbano parece estar despertando hoy. ¡Todos mis deseos para aquel querido país!

En su libro menciona el movimiento “Ni Una Menos”, ¿cuál es su mirada del feminismo en la Argentina?. ¿En qué considera que coincide y en qué difiere de las luchas en su país?
Seguí apasionadamente el devenir del movimiento feminista en Argentina: sus levantamientos, sus manifestaciones generosas y múltiples, sus protestas contra la violencia machista que llega hasta el asesinato de las mujeres en la familia o en las calles: “Ni Una Menos”, sus reclamos por el derecho de las mujeres sobre sus cuerpos, incluida la libertad para abortar. El movimiento se extiende hacia otros países de América Latina.  En Francia, esas fuertes luchas entabladas a partir de 1968-70,  tendieron a adormecerse, en el sentimiento de una joven generación satisfecha. Pero los nuevos movimientos, incluido “MeToo”, los reviven. Nuestras luchas son realmente comunes. En Francia y en toda Europa, las luchas feministas van acompañadas de un retorno a los reclamos de un laicismo total.

¿Le gustaría transmitir alguna reflexión para las mujeres argentinas?
No puedo más que alentar a las mujeres  argentinas a continuar las luchas que han iniciado tan bien, a menudo reviviendo energías que tienden a cansarse. Las feministas en Francia y Europa (España en particular) a menudo han seguido con ardor sus valientes manifestaciones. Bravo, y buena suerte!
Estamos juntas, comprometidas.

Fragmento de Historia del Feminismo de Severine Auffret

Mujeres que se visten o se desnudan a voluntad sin obedecer a ninguna imposición política o religiosa, que van y vienen por las rutas y las calles, que son con total legalidad solteras, casadas, viudas o divorciadas, heterosexuales, homosexuales, bisexuales o transgénero, madres o no, instruidas en todas las formas de la cultura, que disponen de un ingreso igual al de los varones en todos los niveles de empleo, que practican una sexualidad libre y protegida de los riesgos de embarazos no deseados, que acceden a puestos de responsabilidad social y política: esa sería la “utopía del feminismo”.
Esa utopía se ha realizado en algunos lugares, pero no siempre saboreamos suficientemente el hecho de que sea factible aquí, allá, ante nuestros ojos, muy cerca.
Frente a la ecuación contraria que prevalece en la mayor parte del mundo: vestimenta obligatoria, matrimonio forzado, sexualidad regulada, violación y ablación, instrucción prohibida, trabajo denegado, no asalariado o reducido, fecundidad impuesta, anticoncepción y aborto condenados, promoción social y política recusada, pensamiento censurado.
El feminismo, esa novedad surgida de un abismo inmemorial y casi universal ¿cómo pudo nacer, pensarse, instituirse, legalizarse, expresarse, batallar?