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¿Has visto a la Mona Lisa?

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El supuesto cerebro argentino del robo de la Mona Lisa, el Marqués de Valfierno, es un invento de un periodista norteamericano con mala fama, al igual que es una fake news la teoría de las seis Mona Lisa falsificadas.
Nuevos datos, misterios y confesiones alrededor de la obra más famosa de la historia del arte y su robo del Museo del Louvre, en agosto de 1911

Por Claribel Terré Morell

En Casablanca, Marruecos, el periodista norteamericano Karl Decker piensa que el calor puede estar haciéndolo desvariar. Es el año 1914 y frente a su máquina de escribir teclea desesperado. Cuenta la historia de un hombre que le acaba de confesar que fue  el cerebro del robo de la Mona Lisa, ocurrido tres años antes, el 21 de agosto de 1911, en el parisino Museo del Louvre.

Cuando el artículo está listo, lo guarda. Ha prometido que no contará la historia hasta que el hombre muera.

La edición del 25 de junio de 1935 del diario norteamericano Saturday Evening Post llama la atención de los lectores y de los amantes del arte en el mundo. Vincenzo Peruggia, el ladrón de la Mona Lisa, solo fue el instrumento. El cerebro del robo fue un argentino con título  falso de marqués, Eduardo de Valfierno ayudado por el pintor y falsificador francés Yves Chaudron. El objetivo no había sido patriótico -devolver la obra a su país natal-, sino que había sido totalmente indigno y comercial: crear un escenario propicio para introducir en el mercado falsas Mona Lisa.  

La historia que cuenta Decker genera polémica. Le piden que aporte pruebas. Él  lo hace a medias y ninguna es comprobable. Le preguntan: ¿Acaso lo soñaste? ¿O lo inventaste?.

Decker es un periodista fascinado por las historias amarillas, escribe muy bien pero su reputación es dudosa. En los últimos años vive solo de vender relatos policiales. Su verdadero nombre es Charles Duval y no es la primera vez que inventa una noticia. Años atrás, en 1897, cuando era un exitoso reportero del Journal en Washington, es enviado a Cuba por el célebre William Randolph Hearst para organizar el rescate de Evangelina Cosio y Cisneros, una hermosa cubana, hija de un patriota y patriota ella misma, presa por los españoles. La historia fue calificada como “el mayor golpe periodístico de la época». Los medios enloquecieron ante lo que este escribió y elogiaron su «excelente audacia y la audaz intrepidez». Algunos insinuaron que entre Decker y la cubana había una historia de amor “un romance medieval en el periodismo del siglo XIX”. Aunque el hecho real sucedió y él estuvo al frente, la mayor parte de los datos que volvieron locos a los lectores, se comprobó que eran falsos.

Hasta su muerte en 1941, Decker defendió la veracidad de su relato. Afirmó que Valfierno y Chaudron existieron y sobretodo se encargó de repetir, una y otra vez: “En el mundo hay seis Mona Lisa perfectamente falsificadas”

Karl Decker, el periodista impostor.

… FALSIFICADA, COPIADA

La opinión de Noah Charney, fundador de la Asociación para la Investigación de Crímenes contra el Arte -un grupo de investigación internacional sobre delitos relacionados con el arte y la protección del patrimonio cultural-  y autor de «The Thefts of the Mona Lisa» (Los robos de la Mona Lisa), en conversación con Revista Be Cult, es contundente: “La historia del supuesto Marqués de Valfierno y las falsificaciones hechas por su socio francés, es solo una fake news”, dice. Su interesante y exhaustiva investigación está disponible en  Amazon.

Vincenzo Peruggia fue el único ladrón.

La vida del delincuente y falso marqués y las Mona Lisa falsificadas, han sido objetos de interés de dos escritores argentinos. Valfierno, de Martín Caparrós, Premio Planeta 2004  y El robo de la Gioconda: una historia Argentina, de Diego Guelar, quien acusó al primero de apropiarse de datos de su novela entregada a la misma editorial, tiempo antes.

También existen, otras dos novelas que recomendamos leer, The man who stole the Mona Lisa (El hombre que robó la Mona Lisa) de Robert Noah, publicada en 1988, quien utiliza el mismo hecho pero incorpora a México como escenario de la vida delictiva de Valfierno, y la de Martin Page con el mismo nombre de 1984.

LAS OTRAS

La supuesta existencia de otras Mona Lisa ha acompañado la historia de la Gioconda, un óleo sobre panel de madera de álamo, desde su nacimiento entre   1503 y 1506  en Florencia. No se sabe a ciencia cierta cuándo se finalizó, ni la identidad de la modelo. Se cree que es Lisa del Giocondo, esposa del comerciante de telas y sedas Francesco di Bartolomeo di Zanobi del Giocondo. Pero muchos historiadores del arte no están convencidos.

Uno de los libros más interesantes que indaga sobre el tema es Living with Leonardo (Viviendo con Leonardo) de Martin Kemp, profesor de Oxford.

Mona Lisa.

Lo cierto es que Da Vinci  lleva consigo a la Mona Lisa cuando sale de Italia a Francia y la conserva cerca suyo hasta su muerte.  El primer propietario de la obra es Francisco I de Francia -se supone que  la compra en el año 1518-, un año antes de la muerte del pintor. Desde 1797 forma parte del Museo del Louvre y muy pocas veces se ha ausentado de él. De 1800 a 1804 lo hizo por orden de Napoleón que se preciaba de mantenerla colgada en sus aposentos de las Tullerías. De 1911 a 1914 en mano de su ladrón, Vincenzo Peruggia, y durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial estuvo escondida. Interesante leer: “Salvando a la Mona Lisa: la batalla para proteger al Louvre y sus tesoros durante la Segunda Guerra Mundial”, de Gerri Chanel. En 1963 viaja a Estados Unidos para ser expuesta y en 1974 a Moscú y Tokio.

“Y en verdad se puede decir que fue pintada de una forma que hace estremecerse y atemoriza a cualquier artista valioso» escribe en 1550, Giorgio Vasari,  el biógrafo de Da Vinci quien también señaló que Leonardo trabajó en la Mona Lisa durante cuatro años y luego la dejó sin terminar. Vasari llama la atención sobre las cejas y pestañas  –»en las cejas se apreciaba el modo en que los pelos salen de la carne, más o menos abundantes y, girados según los poros de la carne, no podían ser más reales». La Mona Lisa del Museo del Louvre no tiene cejas. Para algunos por decisión de Leonardo, para otros, producto de intervenciones posteriores y también están los que ven en el escrito de 1550 la prueba de que no es la original.

En 1584, Giovanni Paolo Lomazzo, habla de dos obras diferentes, identificadas como La Gioconda y Mona Lisa, un hecho que puede haber sido cierto o no.

LAS MÁS CONOCIDAS

Otras famosas que también han sido objetos de estudio y descartadas, aunque siguen ocupando la atención, son la Mona Lisa de Isleworth o Mona Lisa temprana, una pintura de dimensiones algo mayores que la del Louvre, pintada sobre lienzo y que actualmente se encuentra en Zúrich, propiedad de un consorcio privado llamado Mona Lisa Foundation. Esta obra estaba en Inglaterra hasta que durante la I Guerra Mundial fue trasladada a Estados Unidos para protegerla de los bombardeos. Henry Pulitzer la compró y  publicó el libro ¿Dónde está La Mona Lisa?, en la que defendía la tesis de que era una primera versión de la obra del Louvre.

También está la Mona Lisa de Hekking que debe su nombre al anticuario norteamericano, Raymond Hekking,  quien adquirió su versión a finales de la década de los 50 de manos de un marchante de arte en Niza, Francia, según dijo por 5 dólares. Durante mucho tiempo sostuvo que la de él era la original y que la del Louvre, restituida en 1914, era falsa. Los estudios  demostraron que era una obra del siglo XVII y que no tenía detalles importantes relacionados con Leonardo o sus discípulos. Esta copia fue subastada recientemente por una cifra millonaria: 2,9 millones de euros.

Otras dos Mona Lisa están colgadas en dos museos importantes en el mundo. En España y en Rusia. La Mona Lisa del Museo del Prado que hoy se sabe que fue hecha en la misma época y en el taller de Leonardo Da Vinci por parte de uno de sus discípulos y la del Hermitage, en San Petersburgo.

Mona Lisa a la que Duchamp dibujó un bigote y una perilla con lápiz y le puso un título (1919).

MILES DE VECES COPIADA

En el Museo del Louvre también se conserva un dibujo de Rafael de 1504, inspirado en la Mona Lisa, que parece que sirvió de base a su retrato de Maddalena Doni. Mujer con perla de Corot (1868) que también entra en la misma categoría.

De sus copistas famosos, el pintor francés Louis Béroud, ha trascendido, no por su talento, sino  porque fue él quien descubrió el robo de la pintura del salón Carré en 1911.

El pintor francés Louis Béroud, copia  la Mona Lisa. Fue él quien descubrió su desaparición en 1911.

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“Traté de hacer una copia de la Mona Lisa, solo a simple vista. Sin cuadrar ni ninguna otra guía para la precisión. Hice tres versiones: ¡dos eran buenas, una no! La parte difícil fue usar barniz para grietas cuando se terminó la pintura: no tiene control sobre dónde aparecen las grietas en la superficie del barniz.

Así cuenta John Myatt en su página “Genuine Fakes”, sus intentos de falsificar a la Mona Lisa. Myatt, un profesor de arte convertido en falsificador fue condenado en 1999 por participar en lo que Scotland Yard denominó «el mayor fraude artístico del siglo XX». Engañó a varios de los más conocidos  marchantes de Londres y Nueva York  al igual que a las casas de subastas Sotheby’s y Christie’s  con sus pinturas al estilo de artistas famosos del siglo XX, como Matisse, Giacometti y Ben Nicholson.

Myatt, es el autor de la réplica de la famosa pintura en la que la protagonista lleva incrustada en la pupila del ojo izquierdo una minúscula segunda réplica del cuadro, elaborada por el microescultor Willard Wigan.

“La Mona Lisa no sonríe. Lo hizo y todavía tiene el gesto en el rostro o es una mujer que está a punto de sonreír”, dejaron por escrito los hermanos Posin, tres célebres falsificadores rusos, Eugen, Michael y Semyon, cuyas obras se venden con un “certificado Poisin de autenticidad”.  La Mona Lisa es la única obra en la que han trabajado los tres juntos durante seis años. “Es exactamente como la que cuelga en el Louvre, excepto que ya no es necesario ir a París para verla”.

Más allá de las falsificaciones y copias famosas de la Mona Lisa existen otras que la homenajean. Sus autores también son conocidos: Duchamp, Warhol, Léger, Dalí, Banksy y Botero. Este último dijo: “Si uno se queda diez años frente a la Mona Lisa puede saludar a la humanidad entera”.

El valor actual de la Mona Lisa no se sabe a ciencia cierta. Ocurre como con todos los datos que acompañan su larga vida. Tal como señaló el británico Walter Pater en 1873: “Es más antigua que las rocas que la rodean; como un vampiro, ha estado muerta muchas veces y aprendió los secretos de la tumba”.