“Amamos el verano sentimentalmente que no incondicionalmente que es otra cosa”, leí en alguna parte. En el hemisferio sur donde estamos, el calor se siente con fuerza y entre sudores, amores, desgobiernos y pandemia, nos aprestamos a ver qué nos traerá. Para algunos, si su economía se los permite, habrá agua de mar, sol, barbijos, arena y distanciamiento social, para otros la montaña o la aridez del desierto pampeano, incluso unas vacaciones fuera del territorio nacional, amén del peligro de quedarse varado en tierra extraña. Los que no puedan, siempre tendrán el pasto verde de las plazas públicas y gratuitas, donde las pruebas de resistencia al sol están comprobadas.