Las Torres Gemelas y más allá: el cine post-9-11 según Antonio José Navarro
Por Matías Carnevale
Antonio José Navarro (Barcelona, 1966) tiene en su haber una envidiable producción bibliográfica dedicada a estudiar el cine y sus conexiones con la realidad y sus aspectos más escabrosos. Además de una abundante cantidad de reseñas, artículos y entrevistas, ha escrito libros sobre el cine de terror post-9-11—entre 2001 y 2007 fue asesor de la editorial Valdemar, dedicada a rescatar textos olvidados o nunca traducidos al español de la literatura gótica— y sobre el cine de la Guerra Fría, entre otros títulos. Recientemente publicó una extensa y comprensiva obra dedicada al cine que nos legó “la Guerra contra el Terror”: Hollywood y la Guerra contra el Terror (editó Cátedra en España, con distribución de Anaya en Argentina), un estudio imprescindible para comprender el cine que hemos mirado desde aquel fatídico septiembre de 2001.
Tu trabajo de documentación y de análisis resulta impresionante. ¿Cuánto tiempo te llevó escribir el libro?
El trabajo de documentación, de alguna manera, empezó en 2007, cuatro años después de la invasión de Irak. En aquel entonces me percaté que el cine estadounidense estaba desarrollando, a muy diversos niveles, un discurso directo o metafórico, según los casos, sobre la Guerra contra el Terror desde muy diversas perspectivas ideológicas y estéticas. Cintas como Leones por corderos (2007), La sombra del reino (2007), En el valle deElah (2007) o Expediente Anwar(2007) ya hablaban del conflicto abiertamente, si bien con anterioridad varias películas ya lo habían tratado con cierta frontalidad, como American Soldiers: un día en Irak (2005) o Why We Fight? (2005).
En cuanto escribir el libro, me llevó unos diecinueve meses, incluyendo ciertos periodos de “descanso” en los que me dedicaba a otros proyectos profesionales como crítico de cine. Esto me ayudaba a recapitular sobre lo escrito e intentar mejorar la escritura y ampliar conceptos.
En más de un pasaje comparas la guerra de Vietnam con la Guerra contra el Terror. ¿Qué similitudes y qué diferencias podrías mencionar?
Las similitudes son obvias: una guerra absurda, injusta, criminal en numerosas ocasiones. Una población, la estadounidense, bajo el trauma del 11-S, manipulada por el Gobierno de George W. Bush. Y una contestación ciudadana in crescendo, ligada a movimientos contraculturales como Occupy Wall Street. Pero es evidente que cada época tiene sus peculiaridades y, en el caso que nos ocupa, Internet jugó un papel primordial para desenmascarar las mentiras de la Casa Blanca, denunciar los crímenes de guerra, etc. Lo que yo destaco en el libro es la similitud del sentimiento de gran parte de los norteamericanos de haber sido engañados, una vez más, por sus dirigentes, y la expresión cultural de ese sentimiento.
Acerca del cine relacionado con ambos conflictos, uno creería que las películas de la época de Vietnam (1960s-1980s) tienen una mayor profundidad artística e ideológica… considerando que coinciden con el surgimiento del Nuevo Hollywood, ¿estás de acuerdo con esto? ¿Qué podemos esperar del Hollywood actual en cuanto al cine bélico?
No estoy de acuerdo que las películas sobre Vietnam tengan una mayor profundidad artística e ideológica. Es cierto que tenemos cintas tan relevantes como El cazador (1978), o Apocalypse Now (1979), pero también hay títulos como Boinas verdes (1968) o La patrulla (1978), y todo el cine revanchista de la Era Reagan. El cine sobre el conflicto de Vietnam es una jungla fílmica en la que encontramos de todo, al igual que el cine contra la Guerra contra el Terror. En el libro señalo que no hay un Hollywood, sino muchos, pues no ha tratado el tema, ni lo hace, en una sola dirección ideológica. A favor tenemos que Hollywood, en todas sus expresiones, “respondió” mucho más rápido en la Guerra contra el Terror, y que el conflicto de Vietnam fue objeto de su atención de manera tardía, una vez retiradas las tropas norteamericanas del sudeste asiático. Pensemos que el documental Breaking the Silence: Truth and Lies in the War on Terror (2003) marcó una senda que luego han seguido numerosos cineastas: el hablar sin tapujos, sin miedo, de un conflicto que ha marcado la vida y la política estadounidense del siglo XXI, y cuyas consecuencias aún se perciben dentro y fuera de sus fronteras.
De todas las películas que analizas, ¿hay alguna que califique como “placer culpable” para ti?
Bien, no sabría decirte. Quizás El único superviviente (2014), de Peter Berg, que me parece un western muy trepidante, al igual que The Outpost (2020), de Rod Lurie. Pero mis preferencias no creo que sean muy “culpables”: Red de mentiras(Ridley Scott, 2008), The Messenger (Oren Moverman, 2009), La noche más oscura (Kathryn Bigelow, 2013) o la serie televisiva The Looming Tower (2018).
Dedicas algunas páginas a comentar cómo se adaptó el cine de terror a las torturas y las vejaciones que vimos por TV (o Internet) en el transcurso de la Guerra… ¿qué podrías comentar al respecto?
El Torture Porn desenmascaró, para el público de EE.UU., lo que sus políticos, militares y burócratas son capaces de hacer a los demás, extranjeros o no, en nombre de la “democracia y la libertad”; mostró el dolor que los norteamericanos pueden llegar a sufrir, y sufren, en manos de El Otro, esa “alteridad radical” capaz de asumir múltiples formas y significados, dando fisicidad a los complejos de culpa y a las ansiedades generadas por la monstruosidad propia y ajena. Pero, sobre todo, les explica por qué sucede todo esto y qué significa realmente ser estadounidense, lejos de absurdos idealismos. Y lo hizo antes que el propio cine bélico, ya fuese de ficción o documental, del que existen grandes títulos, como Taxi to the Dark Side (Alex Gibney, 2007) o Expediente Anwar (Gavin Hood, 2007).
En los últimos 20 años se estrenaron una cantidad enorme de producciones de ciencia ficción y fantasía (incluyo al cine de superhéroes aquí) que pueden tener conexión con los eventos del 9-11 y lo que siguió después… ¿qué valoración te merece este nexo?
Las experiencias traumáticas como los ataques terroristas del 11- S se han abierto camino de forma tan profunda en el entramado de la comunidad psicológica afectada que terminan por proveerla de su estado de ánimo y de su temperamento predominantes, subyugando su imaginario y su sentido del ser. Por ejemplo, en Batman Begins (2005), y The Dark Knight(2008) abordan sin componendas de ningún tipo temas como la eficacia y la ética de la tortura “interrogativa”, la venganza, el vigilantismo (los estadounidenses lo pronuncian así, en español) —es decir, una perversa lucha contra el crimen desmarcándose de la Ley, en muchos casos, producto del miedo, del odio…—, además de reflexionar amargamente sobre la violencia “preventiva”, el secuestro extrajudicial, y una Guerra contra el Terror(ismo) emprendida por el neoliberalismo made in USA. Bruce Wayne (Christian Bale), multimillonario, filántropo y playboy (casi como Tony Stark / Iron Man, quien sustituye el genio científico de este último por unas prodigiosas aptitudes físicas para el combate) es, en realidad, un siniestro plutócrata que decide utilizar su poder desde la sombra para imponer el Orden en Gotham City. El Batman de Nolan escenifica, de manera extrema, las fantasías dementes, la grotesca hipocresía, la violencia obscena y la absoluta locura de la administración Bush-Cheney y sus subordinados, defensores de la tortura y las actuaciones violentas extrajudiciales creyendo que de esta forma el Bien castiga al Mal.
Hollywood y la guerra contra el terror
Antonio José Navarro (Editorial Cátedra)
(fragmento)
El vínculo entre Hollywood y la Guerra contra el Terror, lógicamente, motiva todo tipo de recelos y controversias, especialmente en ámbitos intelectuales progresistas. Para algunos existe una “Hollywood War M”, cuya producción se dedica a glorificar, de manera directa o indirecta, el poder militar estadounidense, pues desde sus inicios “la industria del cine ha estado fascinada por la guerra no únicamente como entretenimiento, sino como parte vital de su profundo legado patriótico; un fenómeno que ha cobrado un nuevo significado desde el fin de la Guerra Fría y, más enfáticamente, desde los sucesos del 11 de septiembre” (Boggs y Pollard, 2007: ix). Para otros, la relación entre Hollywood y el Pentágono es claramente simbiótica, ya que “cada uno se beneficia del trabajo del otro”. Los primeros aprovechan en taquilla los momentos de efervescencia patriótica; los segundos, mediante su colaboración directa en la producción de películas—procurando material y asesoramiento—, pretenden modelar “su propia imagen pública a través del vehículo de la cultura popular más influyente de nuestros tiempos” (Robb, 2006: 1) Sin embargo, pese a quien pese, Hollywood no funciona como un aparato “ideológico” de Estado, puesto que desde los años sesenta hasta el presente ha sido el privilegiado escenario del enfrentamiento, a veces bastante enconado, entre grupos sociales/políticos progresistas y conservadores, generando cintas de todo tipo a favor de unos y de otros, haciendo gala por momentos de una sinuosa ambigüedad/agresividad ideológica o mostrando una contradictoria mezcla de motivos políticos y espectacularización “apolítica” (Kellner, 2010: 1). Conviene dejar claro que cada Sistema conlleva siempre varios sistemas engarzados. Uno es el hegemónico, sin duda, pero también tienen gran influencia sus subordinados (contrahegemónicos), provistos de un mecanismo interno que proyecta su autoridad hacia sus partidarios, creando espacios doctrinales en los que se reproducen jerarquías, consignas, estados emocionales y estructuras mentales tan sectarios como los del Sistema que combaten. Sus apóstoles se sienten libres porque su pensamiento dominante es diferente del pensamiento hegemónico, pero ambos actúan con la misma sumisión o con la misma irracionalidad, ya que “la denuncia y la subversión han siempre sido percibidas como estados de libertad; la aquiescencia, en cambio, siempre ha sido percibida como una forma de sometimiento. Pero ni una cosa ni otra son necesariamente ciertas” (Martín, 2018: 117). El cine y la televisión de Hollywood aúnan consumismo y cultura, espectáculo y reflexión, con una naturalidad desconcertante, apasionante
Antonio José Navarro, Hollywood y la Guerra contra el Terror, pp. 18-19