Ariel: «La composición la veo unida a lo lúdico. No es un trabajo para mí, sino que me entrego al placer de componer. Lo interesante es que cuando jugás con otro, se abren otras situaciones, te abrís al universo de la otra persona. Componer es íntimo. Entonces, hay mucho de confianza, cariño y entrega cuando se hace en coautoría. Como en toda relación, hay que estar dispuesto a ver desde los ojos del otro y expresarte desde las palabras del otro. Cuando escribís de a dos, todo se vuelve algo más impersonal, más universal, se transforma en otra cosa: nueva».