La entrevista con Daniel Saldaña París (México, 1984) nace de un atraso. Un atraso de quien escribe, que, entre pendientes y más pendientes, se atoró en una elipsis que Saldaña París perdonó con amabilidad. Es que para conversar con este autor joven que fue finalista del Premio Herralde con su última novela El baile y el incendio no basta con haberlo leído al detalle. Es necesario tomarse un respiro para establecer lazos, conexiones, entre voces, personajes, escenarios y temas. Por ejemplo, la figura de la madre tiene una presencia importante en su obra, también la digresión ensayística. Se conjugan la mirada propia del cronista, que aparece en Aviones sobrevolando un monstruo con la intención autobiográfica y un lenguaje preciso y poético.
Saldaña París también enseña. Enseña a escribir diarios personales, textos donde el yo que narra prevalece. Y, sin embargo, en ese mar de historia propia, se respira la idea de bucear tan a fondo que esa subjetividad pueda iluminar lo universal en cada vida, en cada personaje. “(…) creo que, en la autobiografía, las propuestas que se llevan hasta el límite terminan por dinamitar la idea de individuo. Es decir que la autobiografía que me interesa no es la literatura del yo, sino de la inestabilidad del yo”, explica.
Actualmente reside en Nueva York y, gracias a una beca, escribe el que será su próximo libro en una mesa de The New York Public Library. Todavía no quiere responder exacto de qué va, porque fiel a su genio, la trama se irá delineando a medida que las palabras vayan encontrando el lugar donde mejor caben.