Las paredes de los museos se ampliaron y en realidad “museo” es un significante.
El museo vuelve a hablarle a su comunidad de proximidad.
Una de las cosas positivas de la virtualidad es la ampliación de los públicos, tanto geográficamente con cientos de personas en simultáneo escuchando una charla o aprendiendo a hacer alguna actividad manual.
Para nosotros el patrimonio es una idea plural y compleja, donde están tanto los objetos históricos, pero también la cultura en tiempo presente que producen las comunidades, y los sentidos que esas comunidades le dan a las producciones.
No podemos gestionar solo desde Buenos Aires, hay que distribuir mejor el trabajo y los museos en el país.
Maria Isabel Baldasarre, es la actual Directora Nacional de Museos de la Secretaría de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de Argentina. Doctora en Historia del Arte y Licenciada en Artes por la Universidad de Buenos Aires, de su cartera dependen 23 museos nacionales, 15 de ellos están en la Ciudad de Buenos Aires y los otros 8 se dividen entre la provincia de Buenos Aires y el norte del país.
El mismo día que se hizo esta entrevista, los museos de la ciudad y la provincia de Buenos Aires volvieron a cerrar sus puertas y se activaron las actividades virtuales.
Recientemente la Unesco volvió a pedir a los Estados cumplir con una «política cultural ambiciosa» para garantizar no solo la supervivencia de los museos en el mundo, sino también para prepararlos para el futuro. ¿Podrías hacernos una breve panorámica de la situación en Argentina?
Es importante cuando se habla de la crisis de los museos, pensar en las diferencias que hay en estos grandes museos que dependen de su taquilla y las exposiciones masivas, y otros de gestión pública, como son los nuestros, que pueden tener patrocinantes pero que en general su razón de ser o su sostén principal es el Estado. Mientras haya una voluntad de los Estados y los Ministerios de Cultura, van a seguir.
Personalmente yo, en los meses de apertura, recorrí muchos museos, todos los que pude, tanto de Buenos Aires como de las provincias. Creo que son lugares donde se pueden aplicar los cuidados, realizar las visitas de modo ordenado. Así que esperamos que en cuanto las condiciones sean menos complicadas, podamos volver a abrir y seguir brindando a los ciudadanos estas experiencias. Mientras siga la pandemia, trabajaremos en el doble eje virtual-presencial.
Hay un discurso que se está manejando mucho en el mundo sobre que los museos ya perdieron su esencia o su función de ser… ¿estás de acuerdo?
No, yo creo que si algo quedó en evidencia en los meses de pandemia, que todavía estamos transcurriendo, es que los seres humanos necesitamos estar con otros. La experiencia estética o artística, como una de las experiencias que vivimos en el museo, porque no es la única, no es igual si la vivimos solos o si las compartimos con otros seres humanos. Esto es algo que ratificamos en las aperturas… personas que se juntan a ver una exposición, una película. Los músicos, los cineastas, performers, trabajando en frente de otras personas. Quedó en evidencia que todo esto no es reemplazable.
El museo sigue siendo un lugar privilegiado para dar cabida a todo esto. Al menos en Argentina, los museos nacionales no dependen de taquillas, ofrecen todo esto de manera gratuita, transversal. Nunca más que ahora la función social del museo se impone como algo primordial, necesario.
Los museos híbridos son una realidad. Pero, ¿cómo están resolviendo el problema de la conectividad? Si bien en las grandes capitales esto no es un problema, en algunas zonas del interior del país sí lo puede ser.
Hay muchas necesidades de conectividad para los museos. En muchos casos hay que dar respuestas con wifi vía satélites, por ejemplo. Hay que pensar para cada caso cuáles son las necesidades. También debido al teletrabajo, hay muchos trabajadores que proponen proyectos desde sus hogares. En esta coyuntura viene siendo un tema el cuestionar desde dónde trabajamos y gestionamos.
Muchas veces pensamos al museo desde el entorno doméstico, en este sentido podemos pensar que las paredes de los museos se ampliaron y en realidad “museo” es un significante. Paradójicamente, el museo nunca estuvo tan arraigado físicamente en sus sedes, por las colecciones y los edificios que tenemos que seguir cuidando, pero también ese museo ha traspasado su sede física, en el doble sentido.
De la virtualidad ¿qué características piensas que ganaron los museos?
Una de las cosas positivas de la virtualidad es la ampliación de los públicos, tanto geográficamente con cientos de personas en simultáneo escuchando una charla o aprendiendo a hacer alguna actividad manual. Antes estas actividades eran para pocas personas, ahora pasan a tener una repercusión mucho mayor.
De la misma manera, hacer una actividad como una mesa redonda y poder invitar a gente de distintos puntos de Argentina o de otros países, también es una ganancia con esta coyuntura. Y también, creo que los museos siguen siendo lugares donde hay públicos que no acceden, así que si la virtualidad es algo que ayuda es algo para celebrar y destacar.
Suelo trabajar con museos que mantienen un estrecho y constante contacto con la comunidad, algo que no es muy común en la mayoría de las instituciones. Desde que comenzó la pandemia veo que hay un mayor interés general en rescatar ese público cercano.
Sí, además, ahora con el turismo tan amenazado por esta situación, también es cierto que la comunidad es la destinataria más cercana. El museo vuelve a hablarle a su comunidad de proximidad.
¿Qué medidas están tomando para garantizar el trabajo y la salud de los trabajadores que pertenecen a su cartera?
Todas las personas que están dispensadas por un tema de salud trabajan desde sus casas. Y gran parte de los trabajadores administrativos, los departamentos de educación, han vuelto virtuales sus tareas. Ahora, el tema con los museos es que gran parte de ellos alojan patrimonios y en muchos casos los propios edificios son patrimoniales que requieren atención permanente. Entonces desde el primer momento siempre hay que pensar en guardias presenciales, lo que llamamos “dotaciones mínimas”. Son tareas que hay que sostener. Tenemos esta dualidad, la mayoría de los trabajadores en modalidad de teletrabajo, y por otro lado trabajadores presenciales haciendo estas guardias mínimas.
Eres una especialista en coleccionismo, has escrito sobre el tema, y es tuyo un libro tan importante como: Los dueños del arte. Coleccionismo y consumo cultural en Buenos Aires. ¿Este es un tiempo bueno o malo para coleccionistas y artistas?
Yo creo que siempre hay oportunidades de adquisiciones de obras artísticas. El año pasado fue un año difícil para las galerías y el mercado del arte. Yo no soy especialista en el mercado contemporáneo, pero sí me dediqué a la formación de las primeras colecciones. Desearía que hubieran muchos más coleccionistas de arte contemporáneo, porque hay muchos artistas interesantes. También hay que desmitificar ciertas ideas… no se necesita muchísimo dinero para poder comprar arte. Hay posibilidades de adecuar distintas producciones, medios o formatos a los distintos bolsillos. Es un mundo que está mucho más abierto de lo que parece a que nuevas personas interesadas se incorporen.
¿Te molesta que los bolsos, los vestidos, los zapatos y las joyas han adquirido un estatus museístico del que antes carecían y se hayan hecho un hueco constante en las pujas de las casas de apuestas en las que ya se habían colado los relojes antiguos o los vinos de alta gama?
Hay muchos coleccionismos, los objetos de deseo pueden ser los ítems más variados. Mientras haya interesados dispuestos a disputar por ese bien, va a haber un mercado interesado en hacerlos girar. No lo veo como algo malo… Después hay otro tema, la ultra fetichización de determinados objetos. El problema es que siempre que haya un mercado dispuesto a pelear por eso, va a existir una oferta.
¿Qué te parece la nueva moda de comprar arte con criptomonedas?
Veremos qué pasa.
La definición de qué es o no patrimonio supone una toma de posición sobre la historia que implica qué preservar y qué no. En este sentido, ¿qué objetos, espacios, edificios y situaciones de patrimonio intangible que fueron antes dejados de lado consideras que merecerían ser recuperados?
Hay una dirección dentro de la Secretaría de Patrimonio en la que trabaja conmigo una colega, Viviana Usubiaga, que es la Dirección Nacional de Gestión Patrimonial. Viviana lleva adelante con su equipo en diálogo muy estrecho con nosotros, una serie de acciones que tienen que ver, por un lado, con difundir y potenciar el acervo de los museos, pero también la compleja definición de lo que son los patrimonios inmateriales. O sea que para nosotros el patrimonio es una idea plural y compleja, donde están tanto los objetos históricos, pero también la cultura en tiempo presente que producen las comunidades, y los sentidos que esas comunidades le dan a las producciones. El patrimonio inmaterial para nosotros es muy importante y está siempre presente, como algo a lo que atender pero que también se redefine en diálogo con los distintos colectivos que lo producen o lo preservan
¿ Es lo federal la impronta de gestión más importante?
Es una impronta de gestión que nos atraviesa a nosotros en la Dirección Nacional de Museos, pero es también una impronta central del ministro y del ministerio. Es una gran demanda y tarea que nos debemos. No podemos gestionar solo desde Buenos Aires, hay que distribuir mejor el trabajo y los museos, como te decía al principio, se concentran en su gran mayoría de manera poco equitativa en la ciudad y la provincia de Buenos Aires. Es una tarea pendiente poder extender el radio de acción a otras áreas donde no hay museos nacionales.
En el plano personal, ¿cómo te sentís en la gestión habiendo empezado en la academia? ¿Cómo valoras esta experiencia?
Ya vamos por el segundo año en gestión y la verdad es que no ha sido fácil gestionar durante la pandemia. Recién ahora pude trasladarme por los museos. Pero la gestión tiene algo muy colectivo que es fascinante, creo que eso es una de las partes más enriquecedoras de trabajar en gestión. Uno es parte de un engranaje.
Nosotros siempre terminamos con una pregunta: ¿la cultura es política?
Sí, la cultura es política, está atravesada por ella. Primero, qué idea de cultura tenemos: si es una, en singular, o son culturas. Eso ya implica una posición cultural. La cultura es un derecho, no es algo para unos pocos. La cultura es diversa, múltiple. Los museos tienen que establecer un diálogo, no solo son dadores de cultura, es un ida y vuelta.