Un libro, por momentos, es un GPS existencial en momentos cruciales. Bartolomé Mitre mientras guerreaba contra el Paraguay del presidente Solano López traducía la Divina Comedia. Patricia Bullrich en su arte beligerante contra el peronismo en el poder recupera las resonancias de una literatura peruana que lucha contra fantasmas previos a las nuevas transformaciones del capitalismo y de los universos de derechas e izquierdas. No toda literatura posee eficacia en el presente de quien lo aborda. Puede acercarse, rodear el drama político, pero también puede escaparse por las novedades que este tiempo trae. Mitre se inmiscuye en la convulsión de quienes afrontan una guerra: la muerte, el pecado, el descenso al infierno, la injusticia, Beatrice, el amor que podía perderse, etc. Había mucho presente para Mitre en la obra de Dante Alighieri. El Infierno estaba ante sus propios ojos. En Bullrich hay poco presente cuando lee con ímpetu las resonancias de Vargas LLosa. No llega a Roncagliolo porque su mirada es otra. Sus indagaciones son distintas. Y su sensibilidad se posa sobre una gran beligerancia que fue perdiendo terreno y sentido.