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Descubrir a un autor

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Por Antonio Birabent

antonio@birabent.com.ar

¿Cuántas vidas podemos pasarnos sin encontrar lo que estamos buscando?. Saber de antemano qué es eso que anhelamos es un detalle fundamental y no siempre común.

Cuando se trata de libros o autores, el maremágnum casi infinito (en realidad es infinito porque es imposible de abarcar en una existencia) es tan evidente, está ahí tan a la vista, que la decepción y lo inútil de la tarea es tan poderosa como la alegría que produce hermanarse con un descubrimiento leído que no estaba en los planes.

Esa aparición es tan misteriosa y a veces tan casual que lo más sabio es aceptar la llegada del libro y simplemente leerlo, entregarse al diálogo con esa persona que en muchos casos ya ni siquiera vive. Ese momento inicial tiene una virginidad y una potencia que jamás volverá. A veces pienso: ¿cómo miré por primera vez a esa mujer que ahora miro con naturalidad común y asumida?

¿Qué vi, pero no en lo físico (que es más fácil de recordar), qué vi en su esencia, qué me comunicó su persona en ese instante original? Nada sabía de ella, ni siquiera el nombre, nada de su historia ni de las opiniones que los demás tenían (y tendrían) sobre ella.

Cuando la sincronía es muy marcada, cuando ese otro ser humano escribió cosas que nos resuenan profundo en el corazón y la cabeza, es posible que el paso del tiempo no borronee tanto ese comienzo, pero temo que estas tres palabras (Julio Ramón Ribeyro) ya se empezaron a mancillar desde ayer a hoy.

LOS DICHOS DE LUDER

49 – Quizás solo en el instante de morir -dice Luder- recibamos la llave del cofre donde está guardado el libro que contiene el secreto de la verdad.Pero ya no podremos transmitir ni la llave, ni el libro, ni el secreto, ni la verdad.

73 – La libertad, por desgracia, no se puede compartir -dice Luder-. Toda compañía, por agradable que sea implica una concesión. Solo pueden ser libres los solitarios.

81 – Hay un dios -dice Luder-, pero precisamente porque es dios no tiene que hacerse visible ni dar pruebas de su existencia. En eso reside la esencia de su ser y el secreto de su poder.