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Especial Marruecos: Imane Dryef «No somos tan diferentes»

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Por Susana Reinoso

Más de doce siglos de existencia. Eso es un atractivo enorme para gente curiosa que entiende el peso de la cultura en las relaciones humanas. La cultura tiende puentes y dondequiera que uno vaya, aprender de los otros nos enriquece y nos ayuda a valorar y reflexionar sobre lo propio. Marruecos, un país con 36 millones de habitantes y mucho interés de su diplomacia blanda –así se llama a la diplomacia cultural- por fortalecer su posición estratégica como puente entre África, Europa y América latina es hoy un imán. No hay mejor forma de definir a un país árabe, musulmán, amazigh bereber y saharo hassani cuya historia respira hace más de mil doscientos años.

En diálogo con BeCult la diplomática Imane Dryef, Ministra Consejera y Vicejefa de misión de la embajada marroquí en la Argentina, dice que en materia de amistad, los argentinos se parecen mucho a sus compatriotas y que ambos pueblos valoran sentarse a compartir la mesa con la familia y con los amigos. “Nosotros tenemos el té con menta, como ustedes comparten el mate”, subraya la diplomática con una ancha sonrisa. Llegó hace cuatro años a Buenos Aires y se sintió “rápidamente como en casa”. Es joven, guapa y tiene la misteriosa sensualidad de la mujer del mundo árabe. Su país tiene cultura musulmana pero ella no lleva ropa holgada ni se cubre el rostro. Muy contemporánea, se maquilla, viste de negro (pantalón y jersey) y lleva unas botas con plataforma y altura de vértigo.

La diplomática presenta las bellezas y bondades culturales de su pueblo a una cronista que no conoce el norte de África, de modo que la propuesta es: ¿Cómo me tentaría a visitar su país? “Al pueblo marroquí le gusta mucho el cine y la música; incluso el teatro. Hay un amor muy importante por estas expresiones, tanto como lo hay por el deporte, especialmente por el fútbol. ¡Ojalá nos encontremos en el Mundial en Qatar!”, dice la funcionaria.

Luego de señalar que en la actualidad la relación diplomática entre Marruecos y España está funcionando bien, superada la última crisis entre ambas naciones, Imane dice que la embajada en la Argentina está tratando de llevar a cabo lo que llaman “diplomacia pública» que es la cultural, a través de encuentros sobre cine, literatura, poesía. «En este país se conoce Marruecos y es cierto que tenemos la imagen de un país exótico, pero somos mucho más que eso: también tenemos mucho desarrollo y más de doce siglos de historia”. Con el acento marcado de la lengua árabe al hablar en un español claro, la diplomática dice que “quien visita Marruecos toca historia por todas partes”.

La funcionaria cuenta que su país se “enorgullece de haber tenido grandes mujeres. Por ejemplo Fátima al-Fihri, que fundó en Fez la primera Universidad en el mundo. Unesco reconoció a la Universidad de Qarawiyyin como la más antigua del planeta y a al-Fihri como una pionera de la educación superior. Esa casa de altos estudios, que sigue operativa, en sus inicios dictaba clases de gramática árabe, astronomía, matemática, música y medicina y sobre el Corán. Ha reunido, según cuenta Imane Dryef, a pensadores de todas las culturas y religiones del mundo. En esa Universidad se recibió Fatima al-Kabbaj, la primera mujer del Consejo Supremo de Conocimientos Religiosos de Marruecos.

Se entusiasma la funcionaria al hablar sobre las mujeres relevantes de su país. Entre las que destaca a Fatima Mernissi, fallecida en 2015 a los 75 años. “Nacida en una familia analfabeta entre las paredes del harén marroquí, Fatima aprendió las mejores historias de las mujeres de su familia que luego se convirtieron en precedente de la lucha por los derechos de las mujeres en Marruecos, que ella misma protagonizó”. Fue socióloga, ensayista, profesora y feminista. Se graduó en la Universidad Mohammed V de Rabat y en la Universidad Brandeis de París. En 2003 recibió –compartido con Susan Sontag- el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. 

Entre las contemporáneas, por cierto es imposible olvidar el nombre de la talentosa narradora franco-marroquí Leïla Slimani, que desde su literatura aborda las relaciones entre Francia y Marruecos desde una mirada más íntima. Ganó en 2016 el relevante Premio Goncourt.

Hay distintas formas de aproximarse a un país, pero una que nunca falla es entrar primero por su cultura y ello va de la poesía a la música, de sus festivales a sus escritores, del cine al arte, de los museos al teatro. Porque allí aparecen otros lenguajes por desencriptar para entender a un pueblo, sobre todo desde la mirada crítica.

-Desde la perspectiva cultural y económica ¿qué es lo descollante hoy en Marruecos?

Un poco de todo. Con el apoyo de Su Majestad el rey Mohammed VI, mi país ha hecho grandes avances en los derechos de las mujeres. También hay muchas infraestructuras nuevas. Tenemos el puerto de Tánger Med, uno de los más grandes del mundo: uno de los mayores atractivos de mi país hoy es su capacidad logística y en materia de tráfico comercial es un gran referente internacional. Y también tenemos desarrollo en la industria automotor y ferrocarril, con un tren de alta velocidad.

En el campo de la cultura, el pueblo marroquí tiene una gran riqueza que se expresa en variadas disciplinas; tenemos la suerte de tener grandes festivales de música, de baile, de cine. Es un pueblo, como el pueblo argentino, que realmente respira cultura.

-Para el público que vio “Casablanca”, ese hito del gran cine de Hollywood que no se filmó en Casablanca sino en sets creados al efecto, ¿con qué se sorprendería hoy?

Se va a sorprender con la Mezquita de Hassan II en Casablanca (su minarete tiene 200 metros de altura), una de las más grandes del mundo. Una parte de esta mezquita está construida sobre el mar. Y esa es la mayor belleza de esta mezquita porque hay un verso en el Corán que dice que el Trono de Dios estaba sobre el mar. También los detalles de arquitectura que tiene este monumento son conmovedores, dicho por la gente que la visita. Entrar allí es absorber una experiencia espiritual en un lugar majestuoso. Hassan II fue el padre de nuestro rey actual. Cada marroquí siente que es su mezquita porque con poco o mucho dinero todos participaron en su construcción.

-¿Cuál es el valor agregado de la cultura marroquí?

Somos un país árabe, musulmán, amazigh bereber y saharo hassani de más de doce siglos de existencia. Pero también todos estos elementos se mestizan con la cultura africana, hebrea y mediterránea. Una mezcla increíble que presenta algo diferente en cada una de sus ciudades y lo notas. También se ve en la gastronomía, elegida como una de las mejores del mundo con su increíble explosión de sabores. Y nuestra gente es muy hospitalaria. Nos gusta hacer conocer nuestra cultura y que los turistas se sientan en casa. También nuestro fuerte es que somos abiertos, tolerantes, moderados y siempre llamamos al diálogo. De hecho, marroquíes musulmanes y marroquíes judíos viven en paz. En nuestro país hay iglesias, mezquitas, sinagogas y se vive la fe en paz.

-Además tiene muchos bienes culturales declarados por Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

Sí, tenemos nueve bienes culturales y naturales. Las Medinas de Fez, de Marrakech, de Tetuán y de Esauira; Ksar de Ait Ben Hadu, un conjunto de edificios de adobe rodeado de grandes murallas; la ciudad histórica de Meknes; la villa portuguesa de Mazagán; Rabat como capital moderna y ciudad histórica, y el sitio arqueológico de Volubilis.

-Y, comparado con Argentina que tiene dos bienes culturales intangibles en la lista de salvaguardia mundial aprobados por Unesco, Marruecos tiene muchísimos más.

Sí, tenemos el Musem de Tan Tan, un encuentro anual de pueblos nómades de nuestro Sahara; el espacio cultural de la Plaza Yemaa el Fna, un lugar de encuentro en una plaza triangular única, donde hay narradores orales,  poetas, músicos bereberes, bailarines gnawis, adivinos, predicadores y gastronomía; también tenemos la dieta mediterránea, compartida con Chipre, Croacia, España, Grecia, Italia y Portugal; otro importante es la cetrería, que también compartimos con otros países. Es un patrimonio vivo. El arte de la cetrería era en la antigüedad para procurarse alimentos, pero hoy el arte de adiestrar para el vuelo a las aves de presa es principalmente para protegerlas. Además fueron inscriptos como bienes inmateriales los conocimientos, técnicas y prácticas vinculadas al arguán, un árbol silvestre endémico del que se extrae un aceite, con propiedades alimentarias y cosméticas; y finalmente la Fiesta de las cerezas de Sefrú, que se celebra en junio durante tres días con un desfile donde participan carrozas, músicos, compañías teatrales y se elige una reina.

-Marruecos ofrece entonces un turismo diversificado.

Si buscas un turismo arquitectónico lo tienes en las mezquitas y los edificios de siglos. También hay turismo deportivo, porque se puede esquiar ya que tenemos nieve y hacer surf porque tenemos mar. O ir al desierto que es lo que buscan muchos visitantes. Incluso hay un turismo de bienestar con los hammam que permite también acercarse a la vida cotidiana de los marroquíes. Hay un turismo gastronómico y uno cultural, a través de los museos, el cine y el teatro, por ejemplo. También tenemos festivales internacionales. Por ejemplo, el festival ecuestre marroquí Tbourida, también es patrimonio inmaterial de la Unesco. Consiste en un grupo de jinetes, pertenecientes a la misma tribu y vestidos con chilabas y turbantes blancos, que disparan pólvora al aire o al suelo mientras van a la carrera en línea a lomo de sus caballos.

-¿Cómo ejerce Marruecos su rol estratégico entre Europa y Africa?

Estamos a 14 kilómetros de Europa. Marruecos es el hub tanto para uno como otro continente. Nos ayuda nuestra estabilidad política y económica, que da seguridad para invertir. Por otra parte, como Argentina, llamamos a una cooperación Sur-Sur.

Marruecos, a través de su política africana, su regreso a la Unión Africana en 2017 y su integración en principio por la CEDEAO y Zlecaf, juega un papel estratégico entre Europa y África, El Reino, con su condición de socio avanzado en el área euromediterránea, su posición geoestratégica a 14 km de Europa y su apertura a los países del África subsahariana, se consolida ahora como hub, no solo para Europa sino también para todos los otros continentes.

Las políticas de cooperación en los campos diplomáticos, políticos, económicos, sociales, culturales del Reino, sus alianzas con la Unión Europea y África abarcan más de medio siglo y se analizan hoy en día a largo plazo para proyectarse hacia el futuro y adaptarse a los nuevos configuraciones geopolíticas que integran retos como la seguridad, la lucha contra el cambio climático y el control de la migración, entre otros.

-¿De qué Marruecos hablan hoy los artistas y los escritores, y las instituciones culturales?

Tenemos el Museo Mohammed VI de Arte Moderno y Contemporáneo, en Rabat, creado con todos los estándares internacionales y que presenta exhibiciones temporarias tanto de nuestro país, como de Europa y Africa. Tenemos grandes exposiciones de muchos artistas. Y entre nuestros grandes escritores hay quienes escriben en francés y también en español. Los escritores hablan de Marruecos con una crítica constructiva pero también con mucha ternura sobre las cosas en que tenemos que cambiar. Una de nuestras artistas más reconocidas fue Chaïbia Talal, la narradora marroquí del color. Fue una mujer analfabeta que a través de un sueño comenzó a pintar e hizo unas obras maravillosas. Tenemos el Festival Internacional de Cine de Marrakech, al que llegan estrellas internacionales y nuestro Salón Internacional de la Edición y del Libro, que se llama El Siel, se realiza en Casablanca desde 1987. Y en Rabat se hace un festival internacional de música, el Festival Mawazine,  que reúne la marroquí, árabe, africana y del mundo. Somos un país donde la cultura se respira, sobre todo los jóvenes con mucha sed de conocer sobre el arte y la cultura, porque es una invitación a reflexionar y a pensar. A mí el Festival que más me gusta es el de la rosa que se realiza en la ciudad de Keelat Mgouna. Se cosechan las rosas y está muy presente en nuestra cultura. En Marruecos usamos el agua de rosas para la gastronomía y para la cosmética. Llega gente de todas partes y su próxima edición será en 2023. 

Finalmente se debe mencionar también el Festival Gnawa de Essauira -uno de los más famosos festivales en Marruecos-  donde grande nombres de la música internacional tocan con nuestros músicos gnawa.

A modo de despedida y de seductora invitación, Imane Dryef dice: “No somos tan diferentes pese a vivir en continentes distintos. Estar en Marruecos para los argentinos será como estar en casa”.

Imane Dryef, hoy ViceJefa de Misión, Ministra Consejera de la Embajada de Marruecos en Buenos Aires es Diplomática de Carrera. Tiene un Bachelor de la Georges Washington University, Washington DC, Estados Unidos y un Máster de la Westminster University, Londres, Reino Unido.
Fue Consejera Política del Secretario General en el Ministerio de Asuntos Exteriores marroquí y Consejera Política en la Embajada de Marruecos en Tailandia , Cambodia, Laos y Myanmar .

Con una comunidad pequeña de residentes marroquíes, la embajada realiza numerosas actividades culturales. Una de las más interesantes es la publicación de dos antologías de poesía y narrativa, en colaboración con Poetas argentinos Amigos de Marruecos e Historia entre Dos orillas Marruecos y Argentina,  antologadas por el embajador de ese país en Argentina, Fares Yassir.