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Enero en CABA. Diálogo autoinfligido

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Por Lorena Soler

¿Qué hago enero en la Ciudad?

Me gusta enero, pero ya no me gusta la ciudad. Esto ya lo sabía hace un tiempo. Pero me prometí no viajar. Este año enero en la ciudad.

¿Por qué insisto en la ciudad? ¿Por qué me gustaba enero en la ciudad?, porque era enero sin porteños.

¿Será el calor?

No creo. Soy la categoría de pelotuda que le gusta el calor a pesar de todo.

Debe ser el calor y el olor. La ciudad ahora tiene mal olor

¿Qué hago en enero en la ciudad?

Prendo Netflix y pienso que debería desaparecer.  Y hay gente que escribe sobre eso que pasa en Netflix. Admiro esa capacidad.

Agarro libros. Son todos existenciales. Odio mi capacidad para erosionar la existencia. Quiero una cuota de frivolidad en enero en la ciudad. Ya leí Ludovica. ¿Habrá algo más?

Me cruza un mensaje un ex. Siempre hay un ex en enero. Dos frases, una puteada y un bloqueo. ¿Me debería bajar Tinder? Ya es un quemo. Van a escribir en el baño de la Facultad, “la profe tiene Tinder”

¿Qué hago en enero en la ciudad?

Comienzo a corregir la decimonovena prórroga de un seminario del 2018 y abandono. Enero no se trabaja. 

¿Si empiezo la dieta?. Las feministas no hacen más dieta.

¿Camino? Si camino, espero la madrugada y camino. Agarro un billete naranja, llaves y dejo el teléfono, que debo pagar los próximos 3 años de mi vida.

¿Por donde me robarán menos? Salgo del pozo de once, sorteo cuerpos meados y transpirados en las veredas y llego a Recoleta.

Ahí deben estar los rubios, los alemanes y los brasileños. Los imagino riendo y pagando la cerveza helada a 0.50 centavos de dólar. Me decepciono: cuerpos devaluados, cirugías berretas y prostíbulos sin erotismo. Luces violetas y amarillas, poca gente. Casi nadie.

Ya no se coge.

¿Dónde están los lindos? En  ¿Pinamar o en Punta del Este? Mi peluquero está en Punta del este ¿Estarán todos ahí?.

Prosigo, busco calles donde me cruce con al menos un cuerpo. No veo tarotistas. No quedan ilusiones para ofrecer en enero en la ciudad.

Mañana llega mi hijo. Vamos a ir al club que odio. El de la meritocracia porteña macrista.

Bueno no todos, también hay compañeros. Voy a inspeccionar la pileta. Con mirarlos debería detectarlos. Me arrimo y converso. La grieta me ordena un poco enero en la ciudad.

Luego lunes. ¿Hacemos colonia, viandas y mochilas?. En enero no deberían existir las instituciones. Enero y ya el primer reclamo por el barbijo. Listo, ya me cagué enero. Ya estaba cagado, pero lo acabo de arruinar: toparme con las maestras.

Llamo a mi psicoanalista para decirle que estoy un poco loca. No le interesa mi universal, porque todos lo somos. Me corta y me remarca que la sesión es el martes. Me remarca que soy neurótica

¿Qué hago en enero en la ciudad? Hago que algo va a pasar. Pero enero no es más enero y la ciudad tampoco.