Gracias por partida doble: por el elogio y por mencionar lo de la cuenta regresiva que, de hecho, tiene que ver con la numeración invertida de los capítulos, pero también con la trama de Síndrome Praga, mi novela anterior y continuación de esta, donde el protagonista vivía en todo sentido eso: una cuenta regresiva. Respecto a las interacciones argentinas que va generando Katka a lo largo de la novela se me ocurren dos cosas: por un lado, que en determinado momento me di cuenta de que me encantaban las novelas argentinas que incluyen personajes extranjeros en sus tramas, hay joyas increíbles como, por nombrar solo una, Historia funambulesca del profesor Landormy de Arturo Cancela. Por otro lado, tiene que ver un poco con que, viviendo en Buenos Aires, tomé clases de checo en el marco de un programa gratuito de enseñanza del checo en diversos países del mundo. Y para mí eso fue una gran experiencia: no solo porque pude entrar en contacto con una cultura tan lejana, sino porque además encontré gente muy valiosa: los profesores y profesoras que, por supuesto, son checos que respetan y disfrutan mucho de nuestra cultura (también la sufrirán un poco, pero eso no lo dicen tanto) y los estudiantes, de donde también tuve la suerte de hacer grandes amigos.