Te diría que todo lo que escribí fue por haber participado de un taller. A mí esa experiencia me funciona: me obliga a escribir, a mostrar el texto ante un grupo, a leerlo en voz alta. El momento de los comentarios, críticas y devoluciones de los compañeros me parece clave, es la oportunidad de ver el texto propio desde la mirada de otros, con sus logros, fallas y carencias, incluso aparecen cosas que antes no había podido ver. Y después se aprende todavía más leyendo y comentando los textos del grupo, es todo ganancia. Yo me apoyé mucho en mi grupo y mis talleristas, Santiago Llach y María Eva Álvarez, confié en su criterio, pensaba “bueno, si a ellos les gusta, tan mal no voy, tal vez a otros les puede gustar también”. Nunca hubiera escrito este libro sola.