En tiempos de redes, y de COVID, la política es mediatizada y se conforma entonces con partes de lo espectacular, de lo emocional y de lo racional.
A una conferencia de prensa del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires con anuncios sobre la continuidad de ciertas restricciones a la circulación y la vuelta a la presencialidad de las escuelas, le siguen, en Twitter, algunos hashtags como “#Nosmandaalmuere” y “#Abrantodo”. Ambos están atravesados por la lógica del extremo y la de la polarización.
En Facebook un internauta se pregunta: “¿y ahora ponen medidas, cuando organizaron un velorio con miles de personas apiñadas?”. Otro responde: “ya aburrió ese tema fue hace un montón”. No contra-argumenta, no explica la diferencia entre la situación sanitaria del año pasado y esta, ni defiende los controles, responde hablando desde la temporalidad.
La lógica del corto plazo, tan presente en la mediatización tradicional de la política, se impone también en los discursos políticos de las redes en tiempos del brote.
Un internauta sube un video que muestra una fila de ambulancias en la puerta de un sanatorio porteño, otro responde con un meme que cuestiona la veracidad de esa publicación y su fecha, un internauta insulta cargado de odio y otros realizan argumentaciones condensadas de sentido que apuntan a probar la relación entre las clases presenciales y el aumento de contagios en CABA (Ciudad Autónoma de Buenos Aires). Todo eso coexiste y se mixtura. En tiempos de redes, y de COVID, la política es mediatizada y se conforma entonces con partes de lo espectacular, de lo emocional y de lo racional. Y en eso, es como siempre.
Lo que se transformó, quizás, con la pandemia fue la temporalidad del largo plazo de la política en las redes. La “previa” de las medidas impuestas por el estado frente al COVID, en las plataformas mediáticas, se estira. A pesar de ser lo opuesto a una festividad, la “previa” toma algunas de sus formas y funciona como una “víspera”.
Empieza cuando inician las versiones de que va a implementarse una medida gubernamental, como la restricción de la circulación o el cierre de escuelas. Y no termina con la conferencia de prensa presidencial, gran “acontecimiento político-mediático”, sino en ese instante en el que se dispuso que todos vuelvan a sus casas.
La víspera en las redes, con su información inexacta, sus rumores, sus fake news, sus hipótesis condensadas de sentido en cápsulas multimediáticas, a veces dura días y otras semanas.
Luego de un anuncio presidencial que vuelve al confinamiento por algunos días, en Instagram se instauran dos posiciones antagónicas: los “internautas seguidores” del presidente festejaron que las medidas llegaban. Los “internautas opositores” se quejaban y creían que las disposiciones estaban mal pensadas y/o no servían. En Twitter es más complejo.
En relación al AMBA, (Área Metropolitana de Buenos Aires o Gran Buenos Aires) los bonaerenses digitales están repartidos. Los que defienden las medidas preventivas, los que están en contra, los que se constituyen como adherentes a Kicillof, los que están en contra del gobernador. Y a eso hay que sumarle los internautas que cumplen varios de esos requisitos. Es decir, hay que adicionarle todos los cruces. En relación a CABA hay todavía mayor fragmentación digital: los adherentes a Larreta, los que están en contra del jefe de gobierno, los que apoyan las medidas preventivas, los que no las apoyan, los que reclaman la autonomía de la ciudad capital y los que visualizan un conglomerado que une a la Capital Federal con parte de la Provincia de Buenos Aires y adhieren a la idea de la existencia del “AMBA”. A todo esto se suman fragmentaciones al interior de cada conjunto: los que adhieren a las medidas que restringen la circulación, pero no a que se elimine la educación presencial, por ejemplo. Cada vez se segmenta más la ciudadanía digital, y entonces en las redes la fragmentación política convive con la polarización.
El Jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires realiza una conferencia de prensa televisiva en directo, luego del fin del período de nueve días impuesto para el confinamiento, anuncia la “nueva etapa de la ciudad” y explica cuáles son las disposiciones para el comienzo de junio. Una de las primeras preguntas de los periodistas es sobre la posibilidad de que se adelanten las vacaciones de invierno, previstas para la segunda quincena de julio, rumor que ya estaba circulando hacía varias horas. De este modo, esta víspera se instala y se saltea un mes de nuestras vidas. Así, la antesala de las medidas gubernamentales domina no solo las redes sino también los medios tradicionales.
En mayo se anunció que hubo un acuerdo entre el gobierno y la oposición para modificar el calendario electoral “por única vez”. Ese mismo día comenzó una previa, la que hipotetiza sobre una nueva postergación de las elecciones primarias y generales 2021. Esa previa durará hasta que se genere algún anuncio sobre el tema. Si no se modifica por segunda vez el calendario, se extenderá aún más tiempo, hasta que sea reemplazada por una nueva hipótesis en relación al sufragio.
Pero esa no es la única víspera que domina en las redes. También está presente la que rumorea, pregunta, -y también claro “micro-argumenta”- sobre lo que pasará cuando se acerque el final de junio y se tenga que decidir si continúan las medidas de restricción a la circulación y de confinamiento intermitente o si se implementan nuevas disposiciones. Esa víspera viene reactualizándose y renovándose con cada anuncio presidencial hace meses. También hay simultáneamente una previa más. Es la que se generó con el anuncio presidencial de un proyecto al congreso para que el poder ejecutivo pueda actuar frente a la situación excepcional. Esta víspera se interroga sobre el destino de ese documento: cómo será recibido por los diputados y senadores –sobre todo por los líderes opositores-. Se pregunta más por la recepción del proyecto que por lo que propone -y mucho menos por sus causas-.
En definitiva, los “acontecimientos político-mediáticos”, como la conferencia o el anuncio grabado- se encuentran entonces en el medio de múltiples previas. Entonces así vivimos, entre cifras de enfermos y de fallecidos que duelen, y saltando en las redes, de víspera en víspera. En el medio, los “acontecimientos político-mediáticos” se suceden, las disposiciones se piensan, se programan, se consultan con expertos, pero no tienen ya la misma prensa que antes.
En tiempos de COVID y de redes, la víspera política se estira y el tiempo de las noticias se acorta.