“No soy una experta, pero sé lo que es el miedo; sé lo que el miedo nos puede llevar a hacer. ¿Qué podemos hacer con el miedo, el miedo común y corriente? ¿Escaparnos? Hay una larga lista de cosas que podemos hacer. Las personas inmaduras creen que pueden conquistar el miedo -aunque en realidad no lo conquistan, sólo creen que lo hacen desaparecer- enamorándose. ¿No es así? Uno se engaña, simula estar enamorado para no sentir la punzada del miedo. Nos “enamoramos” de alguien a quien tememos, provocamos un cortocircuito con el miedo y entonces no lo sentimos. Pensemos en la serpiente y el pájaro: el pájaro se siente cautivado, ¿no es así? Es exactamente lo mismo. El pájaro se siente atraído, no sufre, no siente miedo, de hecho está como hipnotizado, y la serpiente acaba engulléndoselo. Es así. Sólo puedo pensar por medio de imágenes. Ese es mi problema. Pero la diferencia con el verdadero amor es que no se llega al sexo, no hay verdadero deseo. Creo que la prueba de que se está enamorado –del amor verdadero- es el deseo de dar.
Pero no se puede “amar” a todo el mundo para ocultar el miedo, resulta muy agotador e improductivo. Así nunca creceremos, pasando de un enamoramiento pasajero a otro para no sentir miedo, creyendo que hemos conquistado algo cuando en realidad no hemos conquistado nada. Los años pasan y no habremos conocido la experiencia verdadera del amor –porque por lo general esa experiencia del amor no se materializa- y habremos perdido el tiempo. Y esa pérdida de tiempo se expresa en ira, porque sentimos que no hemos vivido, que la vida ha pasado en vano.
Louise Bourgeois (Francia 1911-Estados Unidos 2010) exploró todos los campos del arte, responsable de haber realizado algunas de las piezas escultóricas más emblemáticas del siglo XX, artista singular, también conocida como “la mujer araña”, convirtió el sexo, la soledad, los celos, la ira, el miedo y su historia personal, en obra, Alcanzó la fama a los 70 años. Dividió su trabajo en tres etapas “el miedo a caer”, “el arte de caer” y “el arte de aguantar”. Ella, que nunca quiso vivir mucho, murió a los 98 años. Hasta una semana antes estuvo trabajando en sus grandes obsesiones.