Nadie ha salido ileso mural de cicatrices la piel y las miradas paisaje tras el circo que ha partido el viento que arrolla serpentina, viejos papeles yertos.
Nadie ha salido ileso ni el mártir ni el verdugo, la víctima ni el héroe.
Llega una melodía a hurgar en el recuerdo y todos los recuerdos son esa melodía las nostalgias dispares se disparan. Hay un poeta triste recostado a un horcón de la tarde y la tarde es un hueco el poeta un rostro que ha perdido su rastro
El traje que vestimos mañana aún está sin lavar la bandera flotó sin lavandera sobre una hoja muerta se salvan las hormigas.
Nadie ha salido ileso tramontar espejismos fue el sendero andar a tropezones por auroras que nunca amanecieron.
Y mientras pasa el día
Aquí, de barba blanca y de mirada ausente, pasos trastabillantes, memoria de agujeros, miro la flor bellísima, cuento los aguaceros y mientras pasa el día, un recuerdo me miente.
En él soy un muchacho engreído y valiente, voraz en los amores, temerario en senderos que, por llegar; llegaba, siempre entre los primeros con el pecho inflamado, por las nubes la frente.
El pasado es hermoso visto desde estos ojos que miran con piedad mi cúmulo de errores y ponen carcajadas donde solo hubo enojos.
¿Traicionan los recuerdos? Claro que no traicionan, solo se van limando las penas, los horrores que al escapar los días en el pecho eclosionan.
Transeúnte
Disfruto este segundo, frágil perpetuidad que un alfiler sujeta, y se desprende sin consultar siquiera. Lo gozo sin medir su enorme brevedad su veloz permanencia cuando besa mis labios y deposita en ellos mi flaco recorrer, mi magra historia.
Soy suspiro que dura lo que dura un suspiro. Pertenezco a la estirpe que a nada pertenece
Amo la soledad cosmos que en mí barbulle, me divide y reparte me asuela y me reintegra. Nada me falta en ella soy tú, nosotros, ellos ese pájaro alegre que escapa por tus ojos, esa brizna tenaz con que el viento no puede el baile de las olas que en espuma su amor por el cantil pone en mi pecho y me permite ver en la distancia mis quereres.
Y venero el silencio elevado escalón de toda algarabía que me admite escuchar la música más prístina si las estrellas juegan como niños felices y me invitan a un baile que no requiere máscaras.
Admiro mi regreso ¿hay acaso un regreso? O todo ha sido andar por un cuarto de espejos un arroyo menguado que solo en la memoria tiene cause un yo multiplicado y reducido a nada unas alas de cera la cúspide abismal de todas las caídas la sima que hasta el cielo me llevaba.
Junio
El cielo viste de un paño como de llantos tejido ¡Mi madre! Cómo ha llovido en la cintura del año. Un irisado rebaño de charcos juega en la tarde. Hojas de gesto cobarde se desprenden de la fronda y la nostalgia se ahonda sin nadie que la resguarde
Pareciera que he tenido una visión de diluvio y con el húmedo efluvio el alma se me ha encogido Pero es tanto lo perdido y tan poco lo que resta que cuesta subir la cuesta con tantas lluvias al lomo Preguntando: ¿cuándo, cómo? Y sin ninguna respuesta.
De espalda a los caminos
Sobre el lomo cerrero de las olas una isla balsera va al galope deshije torrencial que la vacía.
Se ha enfermado el palmiche ha muerto la tojosa.
El paisaje es un niño extraviado en la lluvia que ignora si la madre vendrá para parirlo.
Unos ojos seniles gastados de mirar el horizonte que jamás fue alcanzado.
La ruta hacia mañana angosta guardarraya sin destino que se cierra de golpe.
Sueños que no comienzan sino en otra ribera ilusiones que explotan tan sólo de mirarlas alas que son muñones.
Cetrino amanecer sin arcoíris cetrino anochecer sin titileos.
A dónde van los pies que nacieron de espalda a los caminos.
Romance del descreído
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde.
Jaime Gil de Biedma.
Que no es de broma la vida -briosa yegua sin freno- hasta que no se ha domado ninguno llega a saberlo.
Que los abuelos son sabios y hay que escuchar sus consejos: ¡buena trampa! Seguro se venderían si de verdad fueran buenos: cada cual con cicatrices va bordando su sendero.
Que la más bella se va siempre con el más fullero y a la menos agraciada la casan sin muchos vuelos.
Que si no sabes ganar te toca poner el muerto y aunque no sirva de nada es grato llegar primero.
Que el cheque gordo lo toma quien no depende de un sueldo y el pobre ratero paga lo que se roba el banquero.
Que se cubre el mandamás siempre con el mismo cuento y cuando mete la pata, el soberano es el pueblo.
Que para tener amigos debes tener algún credo: católico o comunista -no importa- pero en secreto urdir aquello que en público le conviene más al gremio.
Que la patria no es legado directo de los abuelos y has de andarte con cuidado para no enfadar al dueño.
Que la bandera es un trapo conque se enturbian los cielos y no merece la pena por ella ponerse en riegos.
Que la medalla no siempre se la otorgan al guerrero y en el pecho más servil la vemos brillando luego.
Que la vida no era broma -y tampoco muy en serio- sólo se llega a entender cuando ya no importa un bledo.
Manuel Vázquez Portal
(Morón, Cuba, 1951) es poeta y periodista, licenciado en Lengua y Literatura Hispanoamericana y Cubana por la Universidad de Santa Clara, Cuba. Fue profesor de enseñanza media, asesor literario del Ministerio de Cultura y periodista en diferentes medios estatales cubanos. Obtuvo varios premios entre los que se destacan los de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC, 1984), La Edad de Oro, 1985 y 1993, del Ministerio de Cultura y el Premio Abril de la editorial del mismo nombre. Publicó en Cuba los libros Del pecho como una gota, A mano abierta, Cantos iniciales, Un día de Pablo y Cascabeles. En Estados Unidos dio a conocer su poemario Celda número cero y en Italia Cambio de celda. En Argentina, España e Italia publicó su libro Escrito sin permiso. En Miami ha publicado su poemario Velo de cristal y su novela Un amor en los ochenta. En 1995 ingresó en la agencia de prensa independiente CubaPress y más tarde fundó el Grupo de Trabajo Decoro, el que presidió hasta su encarcelamiento. En abril de 2003, el Tribunal Provincial de Ciudad Habana lo condenó a 18 años de cárcel por ejercer libremente el periodismo y, en junio de 2004 consiguió una “licencia extrapenal” por razones de salud, gracias a una campaña internacional por su liberación emprendida por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ). Mientras estuvo en prisión recibió el Premio Internacional de Libertad de Expresión del CPJ y el Premio Internacional de Libertad de Expresión “Hellman Hammett” que otorga Human Righ Watch Actualmente vive y trabaja fuera de Cuba. Ediciones Iliada acaba de publicar su libro, , “Con tantas lluvias al lomo”, en su Colección Marejadas.