“Y tienen las palabras su verano,/ su invierno, y tiempos de entretierra/ y estaciones de olvido. (…) Navegan entre nieblas,/ merodean lentísimas,/ van como topos, ciegas, esperando”, escribe Vitale en “Sequía”. Este poema, del libro Sueños de la constancia (1988), condensa rasgos persistentes. El tema de la espera, una situación desplegada con acentos diversos entre la incertidumbre y la angustia, se encuentra ya en su primer libro, La luz de esta memoria (1949). Los problemas del lenguaje, a la vez, se poetizan en términos de las estaciones y con imágenes del mundo natural: las palabras son asociadas a la idea de bosque, a la imagen de la lluvia, a “multiplicados árboles/ con una voz en cada una de sus hojas”, y el trabajo del poema a la poda que renueva el ciclo vital de la naturaleza.