Fue solo al final del proceso que me di cuenta de que todos los cuentos giraban alrededor de lo mismo. De hecho, me pregunté si no era el mismo cuento contado siete veces distintas. Las preguntas acerca del dolor, principalmente cuál es su razón de ser, me preocupan desde siempre. Irrumpe cada vez que me siento a escribir, incluso antes. Las preguntas existenciales, para mí, parten siempre de esa pregunta: ¿por qué duele? Al placer no se lo cuestiona, se lo disfruta. El sufrimiento es un tópico que también exploré en “Fruta de verano” pero desde otro ángulo: el cuerpo como tablero de juego de eso que duele y hace sufrir. El cuerpo como vehículo del sentimiento.