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Loyds: Los malos muchas veces se salen con la suya

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Por Claribel Terré Morell

Escribió una trilogía integrada por “Merca”, “La mamá de Johnny” y “Pichón” y es posible que venga una cuarta parte (spoileo) en la que el protagonista sería el padre de la atípica familia que Loyds, escritor y guionista argentino, convirtió en personajes. En Argentina se les conoce como “los conchetos”: persona que en sus maneras responde a la moda propia de gente de altos ingresos y posición social elevada. Claro que los protagonistas, creados por Jorge Lebrón, que es su verdadero nombre, aunque suene también a seudónimo, rompen con cualquier definición.

Hay en sus novelas publicadas por Emecé, Planeta y antes en Alto Pogo, un uso del lenguaje convincente, lejos de las hipérboles que caracterizan a una buena parte de la novela negra y policial. Las mujeres de Loyds hablan y actúan como mujeres, también los drogadictos, los criminales… Podemos reconocernos en ellos  en sus cosas buenas y sus miserias. En eso está, lo aseguro, la aceptación total de sus libros.  


Alguna vez Loyds fue abogado. Hoy d
irige la Semana Negra de Buenos Aires y está pronto a partir a la Semana Negra de Gijón.    

Haz lo que más te asusta dijo Chuck Palahniuk que leí era uno de tus escritores preferidos. Después de la saga familiar compuesta por “Merca” y “La mamá de Johnny” y “Pichón” ¿qué escribes ahora?

Coincido con Palahniuk y siempre trato de estirar los límites de mi escritura, aunque tampoco juzgo a aquellos que prefieren permanecer en la tan trillada “zona de confort”. No me parece obligatorio tener que salirse de un lugar en el que estamos bien, cuando muchos momentos de la vida de casi todos son una mierda. Yo ahora estoy escribiendo guiones principalmente. Formé una dupla con otro guionista muy talentoso y estamos desarrollando dos series y una película para distintas plataformas. También hay una novela que viene un poco lenta, que relata el año en que pateé el tablero y viré mi vida en 180 grados, me fui a vivir a Madrid y me convertí en escritor. Saldrá en Planeta, mi editorial, espero que el año que viene.

-Eres el curador de la Semana Negra de Buenos Aires y hay muchas definiciones alrededor de la novela negra. ¿Cuál es la tuya?  Eres de los que suele marcar las diferencias entre la novela policial y la novela negra ¿habrá más Semana Negra en Buenos Aires? ¿qué esperas de la nueva Semana Negra de Gijón en julio?

Creo que los límites de la novela negra se han ido extendiendo con el tiempo, y me parece bien que así sea. No creo en los purismos, soy más de ir prestando siempre atención a lo nuevo, lo vanguardista, porque por algo está sucediendo. Las diferencias creo que saltan a la vista. La policial clásica -Agatha Christie, Conan Doyle- contiene un crimen, un enigma y un detective que restaura el orden como una forma de consuelo: el mal tiene nombre y castigo. La novela negra posterior no quiere resolver el crimen, sino que lo expone. No importa quién mató a quién sino por qué ese crimen es inevitable en una sociedad que está rota. Y a veces ni siquiera hay detective. No sé si tengo una definición propia, pero sí me interesa una perspectiva latinoamericana: como decía Piglia, acá la tradición del género siempre estuvo ligada a la crítica social. Quiero decir, cuando un autor argentino se mete con el crimen, no puede evitar hablar de política, dinero, policía que aprieta, justicia que mira para otro lado. Y no es por estética, es pura realidad.

La segunda edición de la Semana Negra BA será del 30 de septiembre al 4 de octubre, por supuesto. Y en Gijón, adonde viajo invitado, espero pasarla tan bien como la vez que fui hace diez años, y que el premio Dashiell Hammett se venga para Argentina, ya que tenemos dos autores nominados para ganarlo: Carlos Salem y Horacio Convertini.

-Verdad o mentira:

El protagonista suele ser el alter ego del negativo del autor
(PUEDEN SER LAS DOS COSAS: MENTIRA Y VERDAD)

Es mucho más interesante escribir sobre los antihéroes que sobre los héroes
(HÍPER VERDAD)

El criminal, de alguna forma, es el único que conoce, junto con el autor, el final de la historia
(MENTIRA, PORQUE ESCAPARÍA SIEMPRE)

El criminal, de alguna forma, es el único que conoce, junto con el autor, el final de la historia
(MENTIRA, PORQUE ESCAPARÍA SIEMPRE)

La novela negra da respuesta a todas las preguntas de la historia y normalmente los malos reciben un castigo adecuado al delito, dice el sueco Anders de la Motte uno de los grandes nombres del nordic noir ¿crees lo mismo?

No, para nada, esa definición cuadrará muy bien en los países nórdicos quizá, pero en Latinoamérica vivimos realidades completamente distintas. Como decía antes, acá se practica más una literatura de los márgenes, del desengaño, de la violencia como lenguaje cotidiano. Y quien investiga muchas veces es un cínico o un perdedor. Y los malos muchas veces se salen con la suya y no reciben prácticamente castigo.

¿Estás de acuerdo con lo que muchos teóricos afirman que toda novela policíaca está escrita a partir de su final?

En la novela policial más clásica, probablemente sí. En la novela negra, en cambio, creo que se escribe desde el conflicto, desde una tensión moral, y que el final aparece cuando ya no hay nada más que perder. En lo personal, a mí me gusta que los finales me sorprendan un poco. Si el autor lo tiene todo resuelto desde el principio, el libro pierde respiración. Prefiero descubrir ciertas cosas en el camino. Claro que tengo una idea de cómo va a terminar, pero prefiero que los personajes se desvíen, que me contradigan, que se caguen en mi mapa mental. En Latinoamérica, escribir una novela negra en 2025 también implica otra cosa: hay una violencia que no podés planificar, una imprevisibilidad que viene con el contexto. Si no dejás que eso entre en el libro, te queda una historia muerta. Así que sí, el final importa, pero más importante todavía es llegar a él con los ojos sangrando.

¿Qué piensas sobre el género true crime?

Me gusta el true crime, no lo niego. Hay algo magnético en esas historias donde la realidad supera cualquier ficción, cuando ni hay que inventar ningún mal porque ya proviene de la realidad. Pero a la vez me fastidia un poco que ahora todo sea true crime. Se volvió una suerte de fetiche cultural, una fórmula de éxito rápido perseguida por editores y productores: tomar un caso policial, cuanto más resonante mejor, ponerle una voz en off, cuanto más grave mejor, sumarle imágenes de archivo y música inquietante y voilá, aparece una novela lista para después convertir en serie. Por momentos siento que se pierde el verdadero interés por entender lo que pasó y por qué pasó, y se reemplaza por una especie de consumo morboso que no deja mucho más que un escalofrío pasajero para comentar en la próxima reunión de amigos.

¿Cómo ves el acercamiento ocasional a la novela negra por parte de escritores no dedicados normalmente a dicho género?

Si es genuino, me encanta. Que cada artista sea libre de hacer lo que se le cante es mi premisa principal. Lo que pasa es que a veces es como un check para decir: yo también escribí una, tengo mi novela negra. Así como en un momento se puso de moda escribir infantil y todos los autores tenían que tener un libro para niños, o tal vez era un poco más rentable, no lo sé. Yo siempre me cagué en esas tendencias, no me sale escribir para niños ni me importa ser políticamente correcto ni que me lean en las escuelas ni ganar ningún concurso o beca. Escribo lo que me sale, lo que siento que puede generar algún interés en algún lector. Como decía Osvaldo Lamborghini, el escritor no sabe lo que dice, pero lo dice igual”.

-Dijiste que no querías que en tu novela “La mamá de Johnny”, el lector se diera cuenta de que había un hombre atrás de la voz de esa mujer y lo lograste, algo que no ocurre mucho. Supongo que en los talleres que sueles dar te piden consejos de como escribir una novela negra ¿Los das?  ¿Cuáles serían?

En mis talleres doy escritura creativa y trato de proveer a mis alumnos un montón de tips que hagan que sus textos fluyan. Sería muy atrevido de mi parte brindar consejos de cómo escribir una novela negra cuando yo no escribo en realidad novela negra. Si bien mi trilogía de clase es muy oscura y describe los vicios, miserias y consumos problemáticas de los estratos más acomodados de la sociedad, no llega a calificar como “novela negra”. Agradezco tu opinión de que ha funcionado el femenino en mi novela y voy con una de las recomendaciones más genéricas que hago en mis clases: el pacto de la ficción puede referirse a casi cualquier cosa, siempre que la historia, y por ende la voz que la narra, sea coherente. Ese es el verosímil, no la realidad.

De todas las novelas que has leído cual es la que más te gustó sobre crímenes de arte? ¿por qué?

Me gusta mucho lo que hace María Gainza en sus libros, porque entrelaza el arte y el misterio de forma muy personal y original. Aunque no son novelas negras tradicionales, hay enigma, hay estafa, impostura y ambigüedad moral, todo dentro del mundo del arte. Quizás La luz negra sea más cercana a lo criminal, aunque la historia se mezcle con el ensayo artístico o la crónica. No hay un crimen sangriento, pero sí un tono de noir psicológico, secretos, engaños, dobles identidades. En El nervio óptico la narradora también tiene una obsesión detectivesca por las obras de arte y las historias que las rodean. Pero tampoco hay crimen, aunqueun clima de sospecha existencial para con el mundillo artístico, en clave muy argentina. No leí todavía el de las flechas, pero ya lo haré. Ojalá podamos tenerla este año en Semana Negra BA.

¿La novela negra tiene tanto público lector como se afirma actualmente?

No estoy tan seguro. Es cierto que la novela negra está de moda en Europa o en las plataformas, pero habría que preguntarse qué significa realmente “tener público lector”. ¿Qué se vende? ¿Qué se lee hasta el final? ¿Qué genera conversación, debate, relecturas? Hay una sobreoferta de títulos etiquetados como “negros”, pero a veces parece que el rótulo funciona más como una estrategia comercial que como una descripción de tono, lenguaje o propuesta estética. Entonces hay visibilidad pero no necesariamente profundidad en el vínculo con los lectores. Es una de las cosas que fomentamos desde la Semana Negra de Buenos Aires, hacer convivir a los brillantes autores del género que tenemos acá con otros latinoamericanos o venidos del resto del mundo.