ICB: La biografía está dividida en tres partes, con tu pregunta me doy cuenta de que en el título también se plantean tres instancias. Creo que su vida y su legado combinan esas tres etapas, primero la infancia, rodeada por una familia amorosa, que recibe además el legado de sus ancestros. En segundo lugar, su etapa de crecimiento, su evolución filosófica. Luego la conversión, su entrada brillante en lo que se llamó la primavera católica alemana. Después, en la etapa final, aflora, a través de sus experiencias de persecución durante el nazismo, su conexión con los fundadores del Carmelo descalzo, Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz que, además de haber sido perseguidos en su tiempo, fueron místicos, y poetas máximos de la lírica española. Ambos son santos católicos. Pero, pese a tener grandes enemigos, al morir recibieron el consuelo de estar acompañados por sus seguidores. Ellos supieron lo que es el éxito proselitista, refundaron una Orden, crearon conventos, tuvieron discípulos y en vida se los celebró como escritores y poetas. En su Ciencia de la cruz, que puede considerarse testamento literario, religioso y espiritual de Edith Stein, ella dice que no hablará de “ciencia” en el sentido de una simple “teoría”, sino de una “verdad viva, real y operante”. Para Edith Stein, para su hermana Rosa, y para los otros judíos que habían pasado al catolicismo, y fueron asesinados ese día en Auschwitz, se trató de atravesar la noche oscura sin otro consuelo que su fe. Una fe que los protegía del sin sentido. Por eso, en el trance final, Edith Stein pudo haber hecho suyas las palabras de Pablo: “Ya no vivo yo, sino es Cristo el que vive en mí”.