Un discretísimo café con carpinterías de hierro pintado de rojo opaco y pisos que muestran el anexado de varias habitaciones que dan a un patio con macetas y plantas. Una casa vieja que, con sus cicatrices, da indicios de lo que fuera a principios del SXX, cuando Chacarita era un barrio casi periférico.
Adentro hay flores, luz, repostería tentadora, revistas, libros y un púbico que podría estar en Paris o Copenhague, cuando el ambiente no duda en hablarnos de la vivienda de una familia de inmigrantes italianos en nuestro país. Una casa llena de historia y nostalgia donde reconocernos, reciclada o rehabilitada (ya aprenderé la palabra exacta una vez que me encuentre en pocos minutos con Mariana Quiroga, directora de la Diplomatura en Conservación de Patrimonio Arquitectónico y Urbano de la Universidad de Morón).
Mariana, apasionada arquitecta, es, además, ex Directora de Ejecución de Obras en el Ministerio de Obras Públicas de la Nación, Asesora honoraria de la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos y responsable de importantísimas restauraciones como la de la mítica casa sobre el Arroyo de los arquitectos Amancio Williams y Delfina Gálvez Bunge, en Mar del Plata.
Ni bien empezamos nuestra charla menciona obras restauradas- algunas en las que estuvo involucrada y otras no – que podemos visitar como la Basílica San Francisco y Capilla San Roque, el Edificio Otto Wulff, la Fundación San Andrés o el Instituto Bernasconi.
Aprendo que las restauraciones requieren de distintos abordajes dependiendo del proyecto: mantenimiento, restauración a como era originalmente, reciclaje o rehabiltación cuando se decide cambiar su uso (una casa chorizo convertida en café) o ampliarlo, como en el caso de Museo Nacional de Bellas Artes.
Entusiasmada, habla de la importancia de la preservación del patrimonio que, en parte, descubrió gracias al legado del profesor Jorge Gazaneo, creador y responsable del postgrado de la UBA en Rehabilitación de Edifcios, para enfatizar la importancia de lo patrimonial y el compromiso con su conservación.
Hoy la mirada abarca también las arquitecturas que muchas veces no son de arquitectos: la vivienda popular modesta, sencilla, de adobe. Se los considera los nuevos patrimonios y hay que sumarlos a los existentes para valorizarlos– dice, y mientras habla mira los detalles del lugar donde estamos. Se interrumpe, didáctica, logrando que, con su descripción, la casa renazca como recién terminada. “Acá había varios ambientes ¿ves? se nota en los techos, en las puertas que dan al patio. Los pisos distintos hablan de ambientes unidos, de una casa chorizo.
Buscadora inquieta, meticulosa rayana en la obsesión por el detalle, reconoce aquello que más le apasiona de su trabajo.
Poner en valor nuestra historia. La parte “detectivesca” que hay que poner en marcha para desandar el camino de cada inmueble, su historia, su lógica constructiva, descubrir cómo era en su origen a pesar de las modificaciones que muestre. Los edificios nos hablan, nos cuentan sus memorias, las de sus ocupantes y los deseos de quienes lo construyeron. Es hermoso verlos cobrar vida cuando los devolvemos a la comunidad y la gente los habita.