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Mariana Quiroga, pasión y respeto por nuestro patrimonio

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Por Luz Marti

Deslumbrados en cada viaje por el cuidado que las ciudades del mundo ponen al resguardar su patrimonio, nos olvidamos de que aquí, a pesar de los nuestros inconvenientes cotidianos, existe un grupo importantísimo de arquitectos y artesanos que trabajan para devolvernos la fe en  la protección y puesta en valor de nuestro acervo  arquitectónico, que luchan por rescatar edificios y pueblos históricos, testimonio de nuestro pasado común.

Un discretísimo café con carpinterías de hierro pintado de rojo opaco y pisos que muestran el anexado de varias habitaciones que dan a un patio con macetas y plantas. Una casa vieja que, con sus cicatrices, da indicios de lo que fuera a principios del SXX, cuando Chacarita era un barrio casi periférico.
Adentro hay flores, luz, repostería tentadora, revistas, libros y un púbico que podría estar en Paris o Copenhague, cuando el ambiente no duda en hablarnos de la vivienda de una familia de inmigrantes italianos en nuestro país. Una casa llena de historia y nostalgia donde reconocernos, reciclada o rehabilitada (ya aprenderé la palabra exacta una vez que me encuentre en pocos minutos con Mariana Quiroga, directora de la Diplomatura en Conservación de Patrimonio Arquitectónico y Urbano de la Universidad de Morón).

Mariana, apasionada arquitecta, es, además, ex Directora de Ejecución de Obras en el Ministerio de Obras Públicas de la Nación, Asesora honoraria de la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos y responsable de importantísimas restauraciones como la de la mítica casa sobre el Arroyo de los arquitectos Amancio Williams y Delfina Gálvez Bunge, en Mar del Plata.

Ni bien empezamos nuestra charla menciona obras restauradas- algunas en las que estuvo involucrada y otras no –  que podemos visitar como la Basílica San Francisco y Capilla San Roque, el Edificio Otto Wulff, la Fundación San Andrés o el Instituto Bernasconi.

Aprendo que las restauraciones requieren de distintos abordajes dependiendo del proyecto: mantenimiento, restauración a como era originalmente, reciclaje o rehabiltación cuando se decide cambiar su uso (una casa chorizo convertida en café)  o ampliarlo, como en el caso de Museo Nacional de Bellas Artes.

Entusiasmada, habla de la importancia de la preservación del patrimonio que, en parte, descubrió gracias al legado del profesor Jorge Gazaneo, creador y responsable del postgrado de la UBA en Rehabilitación de Edifcios, para enfatizar la importancia de lo patrimonial y el compromiso con su conservación.

Hoy la mirada abarca también las arquitecturas que muchas veces no son de arquitectos: la vivienda popular modesta, sencilla, de adobe.  Se los considera los nuevos patrimonios y hay que sumarlos a los existentes para valorizarlos– dice, y mientras habla mira los detalles del lugar donde estamos. Se interrumpe, didáctica, logrando que, con su descripción, la casa renazca como recién terminada. “Acá había varios ambientes ¿ves?  se nota en los techos, en las puertas que dan al patio. Los pisos distintos hablan de ambientes unidos, de una casa chorizo.

Buscadora  inquieta, meticulosa rayana en la obsesión por el detalle, reconoce aquello que más le apasiona de su trabajo.

Poner en valor nuestra historia. La parte “detectivesca” que hay que poner en marcha para desandar el camino de cada inmueble, su historia, su lógica constructiva, descubrir cómo era en su origen a pesar de las modificaciones que muestre. Los edificios nos hablan, nos cuentan sus memorias, las de sus ocupantes y los deseos de quienes lo construyeron. Es hermoso verlos cobrar vida cuando los devolvemos a la comunidad y la gente los habita.

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¿Como se encara una restauración?

En principio hace falta un equipo interdisciplinario, generalmente liderado por un arquitecto u arquitecta que analiza la historia de edificio o monumento. Los  especialistas en patrimonio hacen una valoración integral del bien: social, de usos, constructiva y espacial que junto a la identificación de patologías a subsanar conforman un diagnóstico que será la base del proyecto.
No es lo mismo rehabilitar un edificio para ser visitado que para ser habitado por nuevas generaciones. Habitar la arquitectura antigua exige otros tiempos, una dedicación distinta, mayores cuidados y esfuerzos cotidianos que, en nombre de la practicidad moderna, muchas veces se resignan. Lo antiguo merece respeto y adaptación, no imposiciones; es necesario encontrar un equilibrio entre la preservación del valor patrimonial y las demandas contemporáneas.

Hoy las normativas cambiaron y las necesidades también. Existen materiales nuevos con los que incorporar requerimientos técnicos de seguridad y confort sin dañar los elementos patrimoniales tanto de edificios públicos como privados, de grandes obras o de bares notables y un amplio equipo de restauradores muy valiosos, calificados en distintos materiales, capaces de reproducir con exactitud las piezas perdidas de un edificio.

¿Dónde se forman los expertos que participan en esas restauraciones?

Existen carreras de posgrado en restauración y conservación del patrimonio y las y los restauradores se forman en licenciaturas del UNA y escuelas de bellas artes. También la Escuela Taller del GCBA es un interesante lugar de aprendizaje en distintos materiales: maderas, símil piedra o vitrales.

Es muy necesario fortalecer los oficios porque esa mano de obra especializada es un motor de la economía y abre oportunidades de trabajo muy gratificantes.
Reconforta ver cómo trabajamos en conjunto con el objetivo de recuperar el valioso patrimonio cultural respetando lo antiguo sin romperlo.

Vislumbrar el progreso de la obra y ver surgir la belleza que el deterioro ocultaba contagia un inmenso entusiasmo.

¿Cómo se aborda un tema como la sustentabilidad en la arquitectura?

Hoy, la sustentabilidad no puede estar ausente de ninguna actividad humana. El impacto de polución de la construcción y demolición son mucho mayores que los de la restauración. Reutilizar lo que existe, convertir lo abandonado en edificios habitables, centros culturales o espacios de esparcimiento es un desafío interesantísimo.
El trabajo de protección patrimonial es darle valor a lo que ya está.
Es en los talleres de arquitectura donde hay que sembrar el amor y el respeto por el patrimonio y la preservación sensible de las obras del pasado, su valoración, conservación y posibilidades de reutilización. Las nuevas  tecnologías que ayudan a restaurar y rehabilitar sin romper tanto  son de gran ayuda.

¿Cuál sería para vos un modelo  de restauración/ conservación donde todo esto se haya puesto en juego exitosamente ?

Sin dudas, la Casa sobre el Arroyo, de Amancio Williams y Delfina Gálvez Bunge. No solo por el trabajo hecho sino porque representa la lucha incesante de la comunidad arquitectónica por restaurar y no perder un ícono de la modernidad argentina que había sido abandonado y vandalizado por años.

Llevamos la casa a su estado inicial exacto respetando una de las estrategias básicas de Williams: hacer obras de síntesis con sentido de lo permanente. Restauramos los elementos presentes y reconstruimos los faltantes. Fue un trabajo inmenso de cuidado y búsqueda de materiales.

La restauración de la Casa sobre el Arroyo, considerada uno de los iconos relevantes de la arquitectura del siglo XX en Latinoamérica y la creación más audaz del período 1930/1950, estuvo a cargo de un equipo dirigido por Mariana Quiroga. La obra recibió la Mención Premio GUBBIO a la Mejor Intervención en Patrimonio Edilicio de Latinoamérica y el Caribe en 2023  y el Primer Premio World Monument Fund (2024).

Antes de despedirnos le pido un dato, un consejo para los amantes de la arquitectura que quieran disfrutar de algunos de los muchos edificios valiosos de Buenos Aires:

Lo pienso en  varios circuitos:

  1. Casco histórico (fundacional): Casa Rosada, Catedral, Cabildo.
  2. Av.de Mayo, como catálogo de estilos arquitectónicos donde todas las comunidades inmigrantes están representados.
  3. Plaza San Martín, Edificio Kavanagh,Palacio Paz (Circulo Militar) Palacio Anchorena (Concillería)
  4. Hacia el Sur: la Boca con su arquitetura de inmigrantes, su paisaje urbano alrededor del Riachuelo y los edificios de infraestructura como La Usina del Arte y el CCK.

También  algunas joyitas como el conjunto de viviendas de Bonet (Paraguay y Suipacha) o el museo de Xul Solar.

Otro lugar fantástico: el Delta con un estilo de vida tan específico y una enorme variedad de construcciones, desde los distintos clubes náuticos a las casas de madera que se compraban por catálogo, concluye.

Mañana, desde su estudio ubicado en el inspirador Palacio Barolo, otra joya porteña concebido como el primer edificio de oficinas de BsAs, Mariana Quiroga  retomará la búsqueda de nuevas formas para salvar edificios y devolverlos a su estado original para que todos podamos conocerlos, usarlos y  admirarlos.