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Paula Vázquez: El texto es un elemento corpóreo que hay que moldear

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Por Valeria S. Groisman

La librería y la diosa” es el título de la nueva novela de la librera y escritora argentina Paula Vázquez, pero bien podría ser un mantra: la librería y la diosa, la librería y la diosa, la librería y la diosa. Un conjuro para llegar al momento en que un deseadísimo hijo se abre camino y respira por primera vez el aire luminoso del mundo

En su más reciente libro, Vázquez escribe sobre la maternidad deseada. Escribe también sobre el dolor y la pérdida, porque ser mamá es ante todo ser consciente de lo que el dolor y la pérdida pueden significar. Como en su anterior obra, “Las estrellas”, donde la autora escribe sobre su madre, aquí ahonda sobre los vínculos y las huellas que estos desperdigan como miguitas en posición de crear algo nuevo

Eso, la creación, es algo que a Vázquez le interesa pensar como figura y como fondo, como cara y como cruz, como tarea mecánica y también como metáfora

“La librería y la diosa” viene a resucitar la icónica frase de John Lennon: “La vida es eso que pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes” (no es mi intención spoilear, así que lean y sabrán por qué lo digo). Quizás no se trate tanto de buscar que las cosas pasen sino de atrapar las mariposas cuando vuelan cerca

Paula Vázquez es escritora, librera y gestora cultural. Es cofundadora de Lata Peinada, librería dedicada exclusivamente a la literatura latinoamericana, con sedes en Barcelona y Madrid. Publicó el libro de cuentos La suerte de las mujeres (Años Luz, 2017), premiado por el Fondo Nacional de las Artes y seleccionado para el stand argentino de la Feria de Frankfurt; y la novela Las Estrellas (Mansalva, 2019; Tránsito 2020). Ha colaborado en medios como Cuadernos Hispanoamericanos, Infobae, Pliego Suelto, Revista Crisis, entre otros. Escribe en el suplemento Abril de El Periódico y acaba de terminar su gestión al frente de Asuntos Culturales de la Cancillería argentina.

La primera pregunta que quiero hacerte es por el título. Apenas lo leí me sonó a mantra, a rezo, a amuletos. ¿Lo pensaste así?
El título fue resultado de un proceso, en el inicio el libro se llamaba “Arte solar”, que es un modo antiguo de describir a la cerámica, porque el fuego, el calor, es indispensable para la transformación de la arcilla. Era un modo de nombrar también el deseo y el proceso de la maternidad. Sin embargo, con el avance de la escritura, la librería dejó de ser el horizonte cotidiano sobre el que se imprimían los días y llegué a entender la importancia que había tenido ese espacio en todo el proceso. Así, la librería y la diosa es una síntesis precisa del camino que me llevó a ser madre. Y sí, elegir un título es un poco como un mantra. No solo porque tiene que evocar un universo mayor, que es el libro, sino porque es una fórmula en clave que me va a acompañar para siempre, que hará su recorrido en el mundo, que me volverá cada tanto en los mensajes de los lectores, en las entrevistas, en las presentaciones. Un título tiene que poder designar con precisión y a la vez cubrir con un manto neblinoso el territorio que contiene el libro, tiene que abarcar lo particular y lo universal en un solo golpe.
⁠¿Qué vino primero: la historia, el tono, la estructura? ¿Cómo creás cuando creás?

El libro empezó como un diario, que en su momento era un diario de pérdidas, hay una buena parte del libro que está escrito en una suerte de presente continuo. Para mí es importante conservar ese tono vivo de los primeros momentos, del primer impulso de la escritura, no corregir demasiado esas primeras páginas. Pero luego, claro, la escritura avanzó, la vida avanzó, el libro se transformó en una suerte de trenza que incluye el deseo de maternidad, la historia de la librería, una investigación sobre la cerámica. Ahí hay que definir el tono, la estructura, las idas y vueltas temporales, el avance de la historia, la incorporación de pequeñas digresiones que den espesura al texto. Es un trabajo artesanal en el que siento que el texto se convierte en un elemento corpóreo que hay que moldear. En este caso fue así, pero la verdad es que es habitual que un libro aparezca en mí a partir de fragmentos, de anotaciones, pueden ser propias o de citas de lectura, y luego sobre esos primeros cimientos avanza la escritura.

La maternidad es el tema central del libro, pero también aparecen otros como el amor romántico, el lugar de la mujer en el mundo del trabajo, entre otros. Y rondando cada uno de estos temas, o anudándolos, está el deseo de alcanzar cierto equilibrio, cierto bienestar que es sinónimo de respetar tu esencia, ¿no?

Hay muchos otros temas, sí, siempre dentro de ese universo o conectados de alguna forma con el deseo o la pregunta por la maternidad. El proceso de convertirse en madre es una modificación sustancial de la vida propia, del modo de pensar, pero también del modo de entender el mundo y de asignarle valor a las cosas. Una lectora muy inteligente me dijo que en el libro el tema central era el trabajo, el esfuerzo en la construcción: de una librería, una familia, la vida deseada. Si bien no crecí con esa imagen arquetípica de la maternidad como horizonte, sí reconozco que hubo dentro mío siempre una pulsión muy fuerte, casi voraz, por construir una vida buena, no sé si a eso llamarlo equilibro, esencia, creo que lo que somos cambia y se fragmenta y se fractura y contiene siempre multitudes, pero sí reconozco un motor siempre encendido de trabajo, esfuerzo, búsqueda de una vida buena, buena en relación a la reunión de lo que antes se llamaban virtudes, el amor como principio y motivo final, la solidaridad fraterna, la búsqueda de lo justo sin descartar la misericordia, una cierta paz que no sea indolencia, la contemplación de la belleza.

Hablás de la cerámica como metáfora de la construcción de una vida nueva, de un renacer. ¿Ves similitudes entre crear con las manos y crear con palabras?

Sí, la metáfora en el libro aparece como bastante evidente, pero no era evidente en la vida. Fue el texto, la escritura, lo que unió esos universos que en mi vida eran líneas en apariencia paralelas. Lo mismo sucede con la cerámica, que es la tercera hebra de esa trenza que es el libro.

⁠Además de escritora, sos librera y gestora cultural. ¿Cómo es eso de estar entre las dos orillas (se me ocurre que también estás entre las dos orillas separadas por el océano)?

Me gusta la idea de una vida dislocada, que no tenga un eje demasiado fijo, que pueda nutrirse de experiencias anfibias, de lo tan diverso que trae y se lleva el ir y venir del agua a un lado y el otro del océano. Es un ejercicio que se hace más difícil cuando en la vida van creciendo raíces, un hijo, por ejemplo, pero me sigue gustando y sigo eligiendo esa forma de vida como horizonte. Veremos ahora cómo sigue.

¿Cómo sos como lectora? ¿Qué te gusta leer y qué no?

Me gusta leer dos o tres cosas a la vez. Generalmente algo más inclinado a la prosa literaria y algo en otro registro, puede ser ensayo, puede ser poesía. Siempre prefiero leer en papel, creo que el libro es un objeto insuperable, como la rueda, y que el gesto sensible de pasar las páginas es un ejercicio anacrónico que nos conecta con un modo de experiencia alejado de la productividad que alimenta muchas cosas de lo cotidiano, pero desde el embarazo leo mucho también en digital, de noche, cuando en los últimos meses me costaba dormir, cuando nació mi hijo mientras daba la teta, en el insomnio de la madrugada, me encanta leer en la oscuridad, con la casa quieta, con mi hijo y mi marido durmiendo cerca.

Supongo que estás siempre activa, pensando nuevos proyectos. ¿Estás en algo nuevo ahora?

Estoy escribiendo una novela, que contiene tres historias en tres tiempos distintos, unidas por el territorio del desierto argentino, el campo, que es un elemento que me interesa muchísimo, que está unido también a mi vida, a mi infancia, a mi genealogía, pero que sobre todo me interesa muchísimo como territorio literario. Desde Sarmiento a Borges, Sara Gallardo o Hernán Díaz, porque aunque él escriba en inglés, su escritura es profundamente argentina. 


Qué lecturas recomienda Vázquez


A lo lejos
,
Hernán Díaz. Ed. Impedimenta.
La segunda venida de Hilda Bustamante, Salomé Esper. Ed. Sigilo.
Las fotos, Inés Ulanovsky. Ed. Paisanita.