De las performances de Vito Acconci a otras que han motivados reacciones viscerales o desconcertadas en el público.
Una tarde en Nueva York le pregunté una dirección a un hombre que estaba a mi lado, listo para cruzar la calle. El me indicó que estaba en la esquina siguiente. Yo sonreí. Él sonrió. Y los dos seguimos nuestro camino. Un amigo que me acompañaba y estaba tan perdido como yo, me preguntó: ¿Qué hacías charlando con Vito Acconci? No sabía quién era Vito Acconci. Tampoco fue o es, alguien fácil de definir. Lo cierto es que muchas veces pienso en él. Sobre todo cuando hay escándalos relacionados con el arte y estos involucran cuerpos desnudos y vuelve el debate sobre qué arte se puede hacer en el espacio público y cual en el privado, las interacciones sociales, el pudor, la calidad artística y varios etc…, etc… más, como acaba de ocurrir en Buenos Aires a propósito de una performance del grupo Opera Periférica, en el Museo Fernández Blanco. “Sirenas en jardines electrónicos” (2023).
¿Puede un artista exhibir su cuerpo desnudo en público?, le preguntaron una vez a Acconci. Él contestó que odiaba la palabra artista.
La performance, es concebida como una acción artística en la que la obra reposa sobre la presencia del artista y su cuerpo y se vincula al arte conceptual. El cuerpo del artista se constituye en lugar de acción y por ello el desnudo adquiere dimensiones más destacadas que en las representaciones artísticas convencionales, esta podría ser una definición sencilla.
Fruto de la idea postmoderna que pretende desvincular el arte del mercado, está concebida como una acción única en el espacio y en el tiempo, aunque últimamente se está poniendo de moda coleccionar performances. La mayoría de las veces no se graban y los testimonios fotográficos de las mismas solo pueden después contextualizar, en parte, lo que ocurrió.
Vito Acconci, (Estados Unidos 1940-2017) lo sabía. Él fue un abanderado del arte conceptual y uno de los precursores más importantes de la performance, el video arte, el body art… No rehuyó del espacio público para mostrar su propio cuerpo con declaraciones radicales y contestatarias. Solía hacerlo vestido o desnudo. Si estaba desnudo, escondía su pene porque le divertía -eso dijo-, y no tenía empacho en mostrar sus costumbres, aquellas que normalmente forman parte de lo privado. Como por ejemplo la masturbación o el masoquismo.
En Seedbed (1972), una performance que hizo en la Sonnabend Gallery de Nueva York, se escondió durante ocho horas, dos semanas seguidas, bajo una falsa tarima, en la que se masturbó y dejó oír sus fantasías eróticas, amplificadas por un sistema de audio. Lo hizo mientras el público caminaba sobre su escondite.
Dos años antes había hecho Openings(1970) en la que una cámara enfoca el estómago de Acconci mientras este se arranca el vello corporal hasta quedar sin un solo pelo. Cuando lo logra: termina la película.
Ambas performances están incluidas en la exhibición que le dedicó el MoMA PS1 para celebrar el cuarenta aniversario de la institución.
Durante sus últimos años, dejó definitivamente de escribir poesía, abandonó casi todo por lo que era conocido y fundó el exitoso Acconci Studio, un lugar poco convencional, dedicado al diseño y la arquitectura. Su obra ha sido objeto de retrospectivas en museos importantes, como el Museo Centro de Arte Reina Sofia de Madrid, Stedelijk Museum de Ámsterdam y el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago. Obtuvo varias veces las becas del National Endowment for the Arts y también la John Simon Guggenheim Memorial Foundation y la de la Academia Estadounidense en Roma. Recibió dos Premios de la Comisión de Arte de la Ciudad de Nueva York a la Excelencia en Diseño y fue nombrado miembro de la Academia Nacional. Todo esto sin dejar de estar en medio de controversias diferentes sobre el buen gusto, la moral y los intentos de ”cancelación” de su obra.
BUENAS, MALAS Y ESCANDALOSAS
La vieja pregunta de qué si es arte o no, no va a desaparecer. Entre las performances que han motivados reacciones viscerales o desconcertadas en los que la tensión entre la exposición del cuerpo, el arte y el público han estado presentes, hay algunas que recuerdo.
Ana Mendieta (La Habana 1948-Nueva York 1985) desarrolló un lenguaje visual único, íntimo y devastador. Pintora, escultora, vídeo artista y performer, su obra estuvo siempre vinculada a su existencia personal. Chicken Piece (Presa de Pollo), fue el primero de los trabajos de Mendieta en utilizar sangre para impartir una connotación ritual.
Marni Kotak dio a luz a su hijo en una galería de arte, rodeada de público. Después tuvo depresión post-parto, la medicaron y también hizo una performance sobre como dejó de tomar las pastillas The Birth of Baby X, tuvo lugar en Microscope Gallery en Brooklyn (2011).
Casey Jenkins a los 34 años, tejió un pasaje de 15 m de largo con hilo insertado diariamente en su vagina para marcar un ciclo menstrual completo. El hilo era inicialmente blanco, se enhebró lentamente a rojo mientras se empapaba con la sangre del período y luego volvió a ser blanco nuevamente. El trabajo exploró la disonancia entre los deseos y el potencial silencioso de un individuo y las intensas expectativas de la comunidad con respecto a lo que deberían hacer con su cuerpo, en función del género percibido (2013).
Deborah de Robertis se sentó frente al cuadro «El origen del mundo», de Gustave Courbet, en una de las salas más transitadas del Museo de Orsay en París, y mostró su sexo. El público que recorría la sala en ese momento la aplaudió a rabiar. El museo nunca dijo nada.
Luke George “Erotic Dance” es la representación de un orgasmo que sucede de forma simultánea en diferentes cuerpos. Mezclando la danza con el arte sonoro de Nick Roux, Luke George parte de la frase escrita por Susan Sontang en 1961: “necesitamos una erótica del arte” (2016).
Eduardo Hoco Huoc, «Buscando a Crista». Cuerpos semidesnudos y símbolos religiosos, formaban parte de la performance que se presentó en ARTEBA en Argentina que generó rechazos, sobre todo de usuarios católicos en redes sociales (2021).
Steve Giasson. Durante los años 2015-2016 y 2016-2021, el artista canadiense ha venido presentando «Performances Invisibles» en los que se desnudez es una constante. Su «invisibilidad» va referida a su ejecución en ausencia de público. Pueden verse en su web.
Me pregunto. Te pregunto. ¿Somos excesivamente puritanos que no podemos ver un cuerpo desnudo en medio de una performance? ¿Entendemos todos de arte? ¿Estamos obligados a ver algo que no queremos?