En un mundo en el que conviven hoy, los bookstagrammers, booktubers – bookcaster, bookfluencers, adoptados y queridos por la mayoría de las editoriales, con las páginas literarias de los medios tradicionales que cada vez tienen menos espacios, la poca presencia de programas de radio o de tv dedicados a los libros y la notable ausencia de los buenos críticos de la academia; el tono, el ritmo, la textura, la sintaxis, las alusiones, la ambigüedad y otros aspectos formales de las obras literarias, parecen no tener tanta importancia.