Calcular bien los líquidos, las cremas, los materiales ignífugos, las piedras de recuerdo y todo lo que altere a esos señores que nos hacen sacar las botas, los cinturones, las pulseras y nos hacen atravesar casi en pelotas todos los escáneres habidos y por haber, a medio vestir como si fuera un juego con prendas, con los cierres abiertos, los abrigos hechos un bollo, el pasaporte y la tarjeta de embarque en la boca, la caja de alfajores para la prima nostálgica aplastada, en patas y sin medias porque las perdimos vaya a saber dónde, pero ya no importa.