El concepto cuarentena contempla por definición 40 días de aislamiento, por lo que técnicamente hoy estaría cumpliendo mi segundo ciclo completo. Dicen que la tercera es la vencida, así que esperamos ansiosos la llegada del día 120.
Hace unos días aparecieron las primeras marchas anti-cuarentena, y como todo en este país, parece como que solo pudiéramos elegir entre dos extremos. Boca o River, gorila o zurdo, membrillo o batata. No hay lugar para los tibios. Y los no extremistas somos ese niño que se le están separando los padres y tiene que elegir con quién vivir, pero él en realidad quiere ir con la tía Claudia que es la única que lo escucha.
La que nos queda es justificar la posición tibia que tomamos en la cuarentena, sin quedarnos en casa completamente, pero también sin asistir a marchas cuasi multitudinarias.
En mi caso no solo tenía que convencerme a mí, sino que también debía darle buenas razones a mi padre de mis pequeñas roturas de cuarentena. Luego de muchos intentos fallidos finalmente tuve su consentimiento para ir a dormir a lo de mi compañera de cuarentena, y para ello solo tuve que hacerme la paja en el living durante una semana.