Empecé a conocer en detalle la obra y la historia de Terry y de su familia cuando me convocaron del Ministerio de Cultura de la Nación para dirigir el Museo. Su obra tilcareña me parece un registro muy claro de la manera de pensar, de ver y de representar la cultura quebradeña que tenían quienes conformaban esa escena artística e intelectual de comienzos de siglo XX de la que Terry fue parte, con Ricardo Rojas como una de las figuras más significativas. Terry, Boggio, Ramoneda, Bermúdez, Gramajo Gutiérrez y otros pintores de esa generación, que salieron de las grandes ciudades a recorrer el noroeste argentino, dejaron plasmada en su obra una mirada sobre ese otro y una intención política: la de ampliar la definición de la cultura y la identidad nacional. Cien años después, el tema de la identidad, el encuentro entre visitantes y habitantes y el impacto que tiene en sus vidas, las costumbres y lo nuevo, las migraciones, la representación del otro, la tensión entre los centros metropolitanos y las zonas fronterizas, siguen siendo cuestiones que atraviesan la vida en la Quebrada. ¿Cómo va transformándose, inevitablemente, la cultura? ¿Qué cosas queremos conservar y cuáles que se modifiquen? ¿Hasta qué punto es posible capturar o “gestionar” algo tan inmenso como la cultura? Tenemos un siglo de diferencia, tenemos otros marcos de referencia, otras formas de formular las preguntas, los paradigmas del arte y de las ciencias han cambiado, sin embargo los temas que nos apasionan y que ensayamos, siguen siendo prácticamente los mismos.